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Profundas muestras de pesar y valoración de su legado político ante fallecimiento de Mireya Baltra

Este domingo, su familia y el Partido Comunista comunicaron el sensible fallecimiento de su militante Mireya Baltra Moreno, quien fue una reconocida dirigenta, socióloga, suplementera, reportera y ministra del Trabajo y Previsión Social durante en el gobierno del Presidente Salvador Allende.

Es así que a la edad de 90 años falleció la destacada dirigenta, quien fuera suplementera y reportera, Mireya Baltra Moreno, militante del Partido Comunista, diputada de la República, socióloga y ministra del Trabajo y Previsión Social durante en el gobierno del Presidente Salvador Allende.

La noticia fue comunicada por su hija en redes sociales, expresando que “acaba de fallecer mi madre Mireya Baltra Moreno. Mujer de luchas incansables”.

Por su parte, el Partido Comunista de Chile expresó  a los pocos minutos que “comunicamos con mucho pesar el sensible fallecimiento de nuestra querida compañera Mireya Baltra, exministra del gobierno del Presidente Salvador Allende. Dirigenta social y exdiputada. Entregamos nuestras condolencias y afectos a su familia como Partido Comunista de Chile”.

Baltra Moreno nació en Santiago el 25 de febrero de 1932 y desde muy joven se destacó por su labor sindicalista, promoviendo el derecho de las mujeres dentro del rubro de los suplementeros al cual pertenecían sus padres.

De acuerdo a su biografía, en 1963 fue elegida regidora por Santiago, ejerciendo hasta 1967. Ese mismo año asume la presidencia del Comando Nacional de Jardines Infantiles, que años más tarde daría origen a la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI). Dos años después, en 1969, asumió como miembro del Comité Central del Partido Comunista.

Además, se desempeñó como ministra del Trabajo y Previsión Social durante en el gobierno del Presidente Salvador Allende entre el 17 de junio y 2 de noviembre de 1972, para posteriormente convertirse en Diputada de la República hasta 1973, cuando la dictadura de Pinochet eliminó el Congreso.

A contar de las 16.30 horas de este domingo, será velada Mireya Baltra Moreno en Catedral 1158, Santiago,  ingreso al Salón de Honor del Congreso Nacional. Este lunes 18 de abril, a partir de las 9 horas, se abrirán las puertas del Salón de Honor del Congreso en Santiago, para quienes no alcanzaron el domingo y deseen asistir y dar un último adiós a la exdiputada y dirigenta social del Partido Comunista Mireya Baltra Moreno, quien falleciera en las últimas horas, a la edad de 90 años.
El velatorio de la exparlamentaria se prologará hasta las 14.00 hrs., momento en el cual sus restos serán conducidos al Cementerio Parque del Recuerdo Cordillera, en Puente Alto, en donde a las 16 horas se realizarán sus funerales.

El fallecimiento de Mireya Baltra produjo muchas reacciones en las redes sociales. A continuación una muestra del impacto de su partida:

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Senadora Pascual: “Que el plebiscito de este 4 de septiembre sea un proceso masivo y popular, donde triunfe el gran anhelo ciudadano de una nueva Constitución para Chile”

Durante la discusión en sala del proyecto que privilegia la cercanía de locales de votación con el domicilio de electores para el plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre, la senadora por la Región Metropolitana, Claudia Pascual, fue enfática en señalar que no puede ser en vano la lucha que dio el pueblo movilizado por empujar este proceso, y, por ende, es necesario promover la más amplia participación ciudadana, con miras a una nueva Constitución.

“Es muy necesario generar todas las medidas administrativas que permitan el mejor transporte, la mejor información para la participación. Y por, sobre todo, poder avanzar de verdad en un camino que implique que no haya sido en vano los costos en vidas humanas, en traumas oculares, en vejaciones sexuales, en detenidos y en detenidas, en presos y en presas, que ocurrió en el marco del estallido y de la revuelta en nuestro país”, afirmó la parlamentaria.

Pascual remarcó que “este no puede ser un proceso en vano. Por eso es que creo que este plebiscito no sólo es histórico, no sólo es relevante, es que tiene que ser de una profunda responsabilidad para no volver a tener que tener la Constitución que actualmente nos rige, que es una Constitución a la cual la gente de verdad está tremendamente agotada, de encontrar que tiene un frontón, una pared de cemento con la cual chocan sus anhelos, sus sueños y sus demandas”.

Por último, la senadora por la Región Metropolitana se mostró expectante de que el plebiscito de este 4 de septiembre sea un proceso masivo y popular, donde triunfe el gran anhelo ciudadano de una nueva Constitución para Chile.

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Expertas en Salud Pública y nuevas medidas sobre uso de mascarillas: “Se debe mantener el monitoreo epidemiológico”

Las investigadoras del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de O’Higgins (UOH), María Soledad Burrone y María Teresa Solís-Soto plantearon que están de acuerdo con flexibilizar el uso de estos elementos, pero manteniendo los cuidados en espacios cerrados como el transporte público
Desde hoy se relaja el uso de mascarillas en espacios abiertos, tras un largo período de utilización obligatoria de estos elementos de protección personal para prevenir contagios de Coronavirus. A juicio de la médica, Magíster en Salud Pública y Doctora en Medicina, María Soledad Burrone, “es muy importante que nosotros como comunidad nos sigamos cuidando y que mantengamos todas las medidas de protección y de cuidado que hemos aprendido a lo largo de estos 2 años. Y que, por supuesto, estemos alerta en la utilización adecuada de las mascarillas en función de lo que las autoridades sanitarias nos vayan indicando”.
También dijo que es importante tomar en cuenta el contexto internacional de la pandemia “porque ya sabemos que las enfermedades viajan rápidamente y no respetan fronteras”.
En tal sentido, recordó que, por ejemplo, el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos ha sugerido relajar algunas medidas y también varios países apuntan a flexibilizar el uso de mascarillas en espacios abiertos y al aire libre. “Pero, en muchos lugares han mantenido el uso obligatorio de estos elementos de protección personal en el transporte público y otras instancias de espacios cerrados o de aglomeraciones”, afirmó Burrone, quien es directora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de O’Higgins (UOH).
En este contexto, Burrone, planteó que “estamos de acuerdo en la medida de flexibilizar el uso de las mascarillas en espacios abiertos manteniendo siempre los cuidados en espacios como transportes públicos y aglomeraciones; y con una activa vigilancia epidemiológica”, afirmación en la que coincide la médica y epidemióloga María Teresa Solís-Soto, también PhD en Investigación Médica y Salud Internacional.
“Es importante tener en cuenta que paralelamente en China, por ejemplo, han extendido las cuarentenas en todo Shanghái por el aumento de casos de COVID detectados recientemente. Y estos escenarios tan distintos muestran la gran incertidumbre en la que se ha trabajado durante toda la pandemia y que efectivamente no hay una única receta que sirva a todos simultáneamente, sino que debemos mantener la alerta y estar en función de nuestros contextos locales”, comentó Burrone.
La investigadora agregó que en Chile las autoridades sanitarias están conscientes de los riesgos que implica una decisión como la que se está tomando, y también resaltó que por ello será muy relevante la vigilancia epidemiológica: “Si hubiese un brote o una nueva ola de COVID por una cepa ya conocida o una nueva, el riesgo es que se pueda dispersar rápidamente, aumentando el número de casos de COVID si es que no hay una utilización de mascarillas adecuado. Por eso, es muy importante que tengamos en cuenta una vigilancia epidemiológica exhaustiva, estar siempre bien pendientes y revisando las medidas momento a momento en función de las decisiones sanitarias a nivel local”.
Por otra parte, Solís, también académica del Instituto de Ciencias de la Salud, enfatizó que “las personas deben ser responsables con su salud y la de los demás, y en caso de ser necesario, deben practicar las medidas de seguridad que sugieran las autoridades sanitarias y que sabemos que sirven para evitar los contagios”.
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Corte de Apelaciones de Santiago: Nuevas condenas por violaciones a DD.HH. en dictadura civil – militar

La Corte de Apelaciones de Santiago condenó a 29 agentes del denominado Comando Conjunto por su responsabilidad en los delitos de secuestro simple y homicidio calificado de Ignacio Orlando González Espinoza y Juan René Orellana Catalán; y en los secuestros calificados de Ricardo Manuel Weibel Navarrete, Luis Desiderio Moraga Cruz y Luis Emilio Gerardo Maturana García. Ilícitos perpetrados entre noviembre de 1975 y junio de 1976, en la Región Metropolitana.

En fallo unánime (causa rol 1.237-2020), la Quinta Sala del tribunal de alzada –integrada por los ministros Fernando Carreño, Ricardo Soto y la ministra Lidia Poza– confirmó la sentencia impugnada, dictada por el ministro en visita extraordinaria Miguel Vásquez Plaza, que condenó a Juan Francisco Saavedra Loyola y Manuel Agustín Muñoz Gamboa a las penas de 18 años de presidio, en calidad de coautores de los delitos de homicidio calificado de González Espinoza y Orellana Catalán; 13 años de presidio como coautores de secuestro calificado de Moraga Cruz, Weibel Navarrete y Maturana González; más 3 años de reclusión como coautores de los delitos de secuestro simple de González Espinoza y Orellana Catalán.

En tanto, el exagente Daniel Luis Enrique Guimpert Corvalán fue condenado a 18 años de presidio, como coautor del homicidio calificado de González Espinoza y Orellana Catalán; 12 años de presidio como coautor de los delitos de secuestro calificado de Moraga Cruz y Maturana González; y 3 años de presidio como coautor de los delitos de secuestro simple de González Espinoza y Orellana Catalán.

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Carta pública de las pobladoras y los pobladores de Chile a la Convención Constitucional

Estimados y estimadas convencionales:

Nuestro país vive la crisis habitacional más grande de los últimos treinta años. Somos cientos de miles las familias que vivimos en los patios de atrás de las casas de nuestras poblaciones, hacinados en blocks, pagando arriendos usureros o haciendo patria en los campamentos. Familias que formamos un movimiento social decidido a recuperar el derecho a la vida digna para nuestras futuras generaciones, fuimos protagonistas del estallido social y nos hemos preparado para terminar con la Constitución Política de Augusto Pinochet. Cientos de miles de familias que hoy les pedimos que consigan aprobar por más de dos tercios el Derecho a la Vivienda Digna.

Tras un proceso de reflexión y debate entre agrupaciones de todo el país, arquitectos, arquitectas, dirigencias sociales y constituyentes, creamos la iniciativa popular de norma “Pobladoras y Pobladores por el Derecho a la Vivienda Digna”, la cual fue respaldada por 22 mil firmas, y que establece tres ejes que consideramos fundamentales: I. El derecho universal a la vivienda digna garantizado por el Estado; II. La función social y ecológica de la propiedad del suelo; III. La producción social del hábitat.

En el marco de la discusión de la Comisión de Derechos Fundamentales esta Iniciativa Popular de Norma generó un gran consenso, que nos permite hoy solicitarles rediscutir y reincorporar las facultades que permiten impedir la especulación en materia de suelo, como las expropiaciones. Advertimos que esta es una herramienta necesaria para el adecuado funcionamiento de la política habitacional en el futuro y para la atención de la presente crisis habitacional.

La incorporación del Derecho a la Vivienda Digna en la Nueva Constitución es motivo de esperanza para nuestro pueblo sin casa, que, sin duda, está dispuesto a organizarse y desplegarse para la aprobación de esta nueva Constitución. Dicho esto, consideramos fundamental que logre un acuerdo político y social transversal que de una señal potente: vamos a terminar con el déficit habitacional en Chile. Para ello, pedimos a la Convención estar a la altura del momento histórico, construir este consenso en los días previos y aprobar con más de dos tercios esta iniciativa en el pleno del martes 19 de abril.

Organizaciones sociales que adhieren a esta carta: Tomas en Resistencia Bellavista – Holanda de San Antonio UKAMAU

Pintana Solidaria

Movimiento Solidario Vida Digna

Comité de Vivienda Coordinadora Feminista 8 de Marzo Agrupación de Comités de Vivienda Comité Unidos Santa Julia Asociación de Comités de Allegados (Metropolitana) Los Sin Tierra

Asociación de Comités de Allegados La Tierra Es Nuestra (El Bosque) Agrupación por la Vivienda Luchadores de Lo Hermida

Movimiento de Arquitectas y Arquitectos por un Chile Digno Movimiento de Pobladores y Pobladoras Vivienda Digna Movimiento de Pobladores y Pobladoras en Lucha (MPL) Movimiento Nacional de Líderes de Vivienda

Campamento Aurora Esperanza de Antofagasta Consejo Vecinal de Placilla de Pañuelas, Valparaíso

Comite Oestre Unidos Toma Un Nuevo Amanecer de Cerrillos Campamento Esfuerzos Unidos de Vicuña Mackenna, Concepción Unión de Allegados Nuestra Casa, Nuestro Derecho I, II y III Comité Ampliación Pichi Cautin de Temuco

FECOP La Florida TEJER

Comité de Vivienda Juvencio Valle, San Bernardo Comité de Vivienda Weichan Mapu de San Bernardo Cooperativa de Vivienda Suyay, San Bernardo FENAPO San Bernardo

Carta de Pobladores y Pobladoras de Chile a la Convención

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Diputado Luis Cuello pide incorporar a los deudores de arriendo de casa habitación dentro del proyecto de retiro de 10% del gobierno

El diputado Luis Cuello (PC) insistió en incorporar a los deudores de arriendo de casa habitación dentro del proyecto de retiro de 10% del gobierno, lo cual recibió un apoyo transversal en la Comisión de Trabajo y Seguridad Social.

El apoyo habría sido expresado por el presidente de la comisión, Alberto Undurraga (PDC) además de la diputada Ximena Ossandón (RN) y el diputado Héctor Ulloa (PPD) quienes mostraron su interés por incorporar la indicación a la Ley, algo que no habría sido descartado por el ministro Mario Marcel.

Al respecto el diputado Cuello expuso su iniciativa e indicación.

Por otra parte, consultado sobre la dificultad de comprobación de la deuda de arrendamiento el diputado explicó: “Hay posibilidades de poder determinarlo porque cuando hablamos de causas que están judicializadas perfectamente se puede obtener información y, por lo tanto, se puede acotar el universo, cosa de tener certeza sobre cuales son las personas que adeudan casa habitación”.

Finalmente, Cuello expresó: “Cuando una familia está en peligro de perder un derecho tan esencial de vivir bajo un techo creo que es importante que esto sea considerado y tengo la expectativa de que el Gobierno pueda acoger esta propuesta”.

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Por Ignacio Ramonet: Las redes sociales, nuevo medio dominante

Mientras internet y las redes sociales alcanzan el summum de la democratización, la censura y la vigilancia son moneda corriente. La contracara de las plataformas que amplían el espacio de libertad de expresión es, entre otras cosas, el desarrollo de nuevas tecnologías para el rastreo de nuestras huellas. Una guerra de opuestos en la que el individuo batalla, sin darse cuenta, contra los gigantes de la informática.

El internet moderno, la web, se inventó en 1989, hace treinta y dos años. O sea, estamos viviendo los primeros minutos de un fenómeno que llegó para quedarse durante siglos. Pensemos que la imprenta se inventó en 1440, y que tres décadas después casi no había modificado nada, pero acabó por trastornar el mundo: cambió la cultura, la política, la economía, la ciencia, la historia. Resulta evidente que muchos de los parámetros que conocemos están siendo modificados en profundidad, no tanto por la pandemia actual de Covid-19, sino, sobre todo, por la irrupción generalizada de los cambios tecnológicos y de las redes sociales. Además, no solamente en términos de comunicación –¿se está muriendo la verdad?–, sino también en las finanzas, el comercio, el transporte, el turismo, el conocimiento, la cultura… Todo ello sin olvidar los nuevos peligros en materia de vigilancia y de pérdida de privacidad.

Ahora, con la web y las redes sociales, ya no es únicamente el Estado quien nos vigila. Algunas empresas privadas gigantes (Google, Apple, Facebook, Amazon, etc.) saben más sobre nosotros que nosotros mismos. En los próximos años, con la inteligencia artificial y la tecnología 5G, los algoritmos van a determinar más que nuestra propia voluntad el curso de nuestras vidas. Que nadie piense que esos cambios tan determinantes en la comunicación no van a tener consecuencias en la organización misma de la sociedad y en su estructuración política tal como la hemos conocido hasta ahora. El futuro es muy largo y los cambios determinantes apenas acaban de empezar.

El mito de Sísifo

Vivimos en un universo en el que nuestra privacidad está muy amenazada; estamos más vigilados que nunca mediante la biometría o las cámaras de videoprotección, mucho más de lo que imaginó el mismísimo George Orwell en su novela distópica 1984. Además, la robótica, los drones y la inteligencia artificial amenazan con crear un ecosistema del que el ser humano podría acabar siendo expulsado; sin hablar de la “crisis de la verdad” —en materia de información—, sustituida por las fake news, la posverdad, las nuevas manipulaciones o las verdades alternativas. En este punto el futuro podría estar acercándose más rápido de lo que pensamos a nuestro pasado más aterrador.

Sobre el aspecto emancipador de la actual revolución digital, lo más notable es la “democratización efectiva de la información”. Un ideal que constituía una reivindicación fundamental, y en cierta medida un sueño, desde la revuelta social de mayo de 1968 –es decir, el deseo de que los ciudadanos se apoderaran de los medios de comunicación y sobre todo de información– en cierta medida se ha realizado. Hoy en día con el equipamiento masivo de dispositivos ligeros de comunicación digital (teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, tabletas y otros) los ciudadanos disponen, individualmente, de una potencia de fuego comunicacional superior a la que poseía, por ejemplo, en 1986, el primer canal de televisión de alcance planetario, Cable News Network (CNN). Es mucho más barato y fácil de operar. Cada ciudadano es ahora lo que antes se llamaba un mass media. Mucha gente lo ignora o no conoce el poder real del que dispone. Hoy, frente a las grandes corporaciones mediáticas, ya no estamos desarmados. Otra cosa es saber si estamos haciendo un uso óptimo del superpoder comunicacional del que disponemos.

¿Ha resuelto eso los problemas en materia de información y de comunicación? La respuesta es no, porque en la vida cada solución crea un nuevo problema. Es la trágica condición humana. Los griegos antiguos la ilustraban con el mito de Sísifo, condenado a empujar una enorme roca hasta lo alto de una montaña; una vez alcanzada la cumbre, la roca se le escapaba de las manos y se precipitaba de nuevo hasta el pie del monte. Entonces Sísifo tenía que volver a subirla a la cima, donde se le volvía a resbalar, y así hasta el fin de la eternidad.

En ese sentido, aunque la revolución digital permitió una indiscutible democratización de la comunicación –objetivo que parecía absolutamente impensable– esa democratización provoca ahora una proliferación incontrolada y desordenada de los mensajes, así como ese ruido ensordecedor creado sobre todo por las redes sociales. Esto es precisamente lo que constituye el nuevo problema. Como dijimos, ahora la verdad se ha diluido. Si todos tenemos nuestra verdad, ¿cuál es entonces la verdad verdadera? O será, como decía Donald Trump, que la “verdad es relativa”.

Al mismo tiempo, la objetividad de la información (si alguna vez existió) ha desaparecido, las manipulaciones se han multiplicado, las intoxicaciones proliferan como otra pandemia, la desinformación domina, la guerra de los relatos se extiende. Nunca se habían “construido” con tanta sofisticación falsas noticias, narrativas delirantes, “informaciones emocionales”, complotismos. Para colmo, muchas encuestas demuestran que los ciudadanos prefieren y creen más las noticias falsas que las verdaderas, porque las primeras se corresponden mejor con lo que pensamos. Los estudios neurobiológicos confirman que nos adherimos más a lo que creemos que a lo que va en contra de nuestras creencias. Nunca fue tan fácil engañarnos.

El nuevo territorio

Más que una “nueva frontera”, Internet, o sea, el ciberespacio o digitalandia, es nuestro “nuevo territorio”. Vivimos en dos espacios, el nuestro habitual, tridimensional, y el espacio digital de las pantallas. Un espacio paralelo, como en la ciencia-ficción o en los universos cuánticos, donde las cosas o las personas pueden hallarse en dos lugares al mismo tiempo. Obviamente nuestra relación respecto al mundo, desde un punto de vista fenomenológico, no puede ser la misma. Internet —y mañana la Inteligencia Artificial— dota a nuestro cerebro de unas extensiones inauditas. Ciertamente la nueva sociabilidad digital, acelerada por redes socializantes como Facebook o Tinder, está modificando profundamente nuestros comportamientos relacionales. No creo que pueda haber “vuelta atrás”. Las redes son sencillamente parámetros estructurales definitorios de la sociedad contemporánea.

También hay que tener conciencia de que Internet ya no es ese espacio de libertad descentralizado que permitía escapar de la dependencia de los grandes medios de comunicación dominantes. Sin que la mayoría de los internautas se haya dado cuenta, Internet se ha centralizado en torno a algunas empresas gigantes que ya citamos —las GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon)—, que lo monopolizan y de las que ya casi nadie puede prescindir. Su poder es tal, lo acabamos de ver, que se permiten incluso censurar al presidente de los Estados Unidos cuando Twitter y Facebook le cortaron el acceso y enmudecieron al propio Donald Trump a principios de enero pasado.

No entendimos, a principios de los años 2000, que el modelo económico de “publicidad contra gratuidad” crearía un peligroso fenómeno de centralización, porque los anunciantes tienen interés en trabajar con los más grandes, con aquellos que poseen más audiencia. Ahora hay que conseguir ir en contra de esta lógica para descentralizar de nuevo Internet. La opinión pública debe comprender que la gratuidad conlleva una centralización tal de Internet que, poco a poco, el control se vuelve más fuerte y la vigilancia se generaliza.

Sociedades de control

En cuanto a esto, debemos precisar que hoy la vigilancia se basa esencialmente en la información tecnológica, automática, mucho más que en la información humana. Se trata de “diagnosticar la peligrosidad” de un individuo a partir de elementos de sospecha más o menos comprobados y de la vigilancia (con la complicidad de las GAFA) de sus contactos en redes y mensajes; con la paradójica idea de que, para garantizar las libertades, hay que empezar por limitarlas. Que se entienda bien: el problema no es la vigilancia en general, sino la vigilancia clandestina masiva.

En un Estado democrático las autoridades están completamente legitimadas para vigilar a cualquier individuo que consideren sospechoso, para ello se apoyan en la ley y hacen uso de la autorización previa de un juez. En la nueva esfera de vigilancia, toda persona es considerada sospechosa a priori, sobre todo si las “cajas negras algorítmicas” la clasifican mecánicamente como “amenazante” después de analizar sus contactos en redes y sus comunicaciones. Esta nueva teoría de la seguridad considera que el ser humano está desprovisto de verdadero libre arbitrio o de pensamiento autónomo. Es inútil, por lo tanto, que para prevenir eventuales derivas se busque intervenir retroactivamente en el entorno familiar o en las causas sociales. Lo único que ahora se desea, con la fe puesta en los informes de vigilancia, es reprimir lo antes posible, antes de que se cometa el delito. Esta concepción determinista de la sociedad, imaginada hace unos sesenta años por el escritor estadounidense de ciencia ficción Philip K. Dick en su novela Minority Report, se impone poco a poco. Es el “predelito” lo que a partir de ahora se persigue, bajo el pretexto de “anticiparse a la amenaza”.

Con semejante fin, empresas comerciales y agencias publicitarias cachean nuestras vidas. Estamos siendo cada vez más observados, espiados, vigilados, controlados, fichados. Cada día se perfeccionan nuevas tecnologías para el rastreo de nuestras huellas. En secreto, los gigantes de la red elaboran exhaustivos ficheros de nuestros datos personales y de nuestros contactos, extraídos de nuestras actividades en las redes sociales mediante diferentes soportes electrónicos.

Tecnologías para la emancipación

Sin embargo, esta vigilancia generalizada no impide el despertar de algunas sociedades mucho tiempo mantenidas en silencio y ahora interconectadas. Sin duda, lo que se llamó en 2011 la “primavera árabe”, igual que el “Movimiento de los indignados” en España y “Occupy Wall Street” en Estados Unidos, no hubieran sido posibles –en la manera en que se desarrollaron– sin las innovaciones comunicacionales aportadas por la revolución de Internet. Ello no solo se debe al uso de las principales redes sociales, que entonces estaban apenas extendiéndose –Facebook se crea en 2006 y Twitter arranca en 2009–, sino al recurso del correo electrónico, de la mensajería y simplemente del teléfono inteligente. El impacto de las manifestaciones populares provocadas por esas innovaciones comunicacionales fue muy fuerte ese año 2011, independientemente de la naturaleza de los sistemas políticos (autoritario o democrático) contra los que chocaron.

Claro, en el mundo árabe, “congelado” por diversas razones desde hacía medio siglo, la “sacudida” tuvo consecuencias espectaculares: dos dictaduras (Túnez y Egipto) se derrumbaron, y en otros dos países (Libia y Siria) empezaron dolorosas guerras civiles que aún, diez años después, no han terminado. También en el seno de sistemas democráticos –España, Grecia, Portugal, Estados Unidos– se produjeron ese año impactos considerables que modificaron definitivamente la manera de hacer política. Piénsese, por ejemplo, en España, donde al calor de ese movimiento surge un partido nuevo de izquierda, Podemos, que los electores acabaron por propulsar en 2019 hasta el poder, en coalición con el Partido Socialista Obrero Español. No es poca cosa.

Deseo añadir dos ideas. Primero, que esas innovaciones comunicacionales dieron muy pronto lugar a un uso político de las redes sociales. No podemos ser ingenuos. Hay manuales para usar las redes con intenciones subversivas. Se han usado contra Cuba un sinnúmero de veces, así como contra la Revolución Bolivariana en Venezuela y contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Recordemos también que entre 2003 y 2006, de manera organizada y planificada, con financiamiento de poderosos intereses, se habían producido ya lo que se llamaron las “revoluciones de colores” en Georgia (2003), Ucrania (2004), Kirguistán (2005), etc.; con la intención no disimulada de romper las alianzas de estos países con Moscú y disminuir la potencia de Rusia.

En segundo lugar, comentaremos que en el otoño de 2019, antes de que la pandemia de COVID-19 se extendiera a todo el planeta, el mundo –de Hong Kong a Chile, pasando por Irak, Líbano, Argelia, Francia, Cataluña, Puerto Rico, Costa Rica, Colombia, entre otras naciones– estaba conociendo un reguero de grandes protestas populares impulsadas y acentuadas por el recurso de las redes sociales. Todos los gobiernos de esos países, teóricamente democráticos, no supieron, en la mayoría de los casos, cómo enfrentar este nuevo tipo de contestación social excepto con la represión brutal.

¿El problema tal vez sea la solución?

Así que podríamos, en efecto, decir que por una parte, las redes sociales y las mensajerías de nuevo tipo (Twitter, Facebook, Instagram, Telegram, Signal, Snapchat, WhatsApp, Zoom, TikTok y otras) han ampliado indiscutiblemente el espacio de nuestra libertad de expresión, pero a la vez han multiplicado al infinito las capacidades de manipulación de las mentes y de vigilancia de los ciudadanos. Es clásico. Podríamos afirmar, parafraseando a Marx, que la Historia es la historia de las innovaciones tecnológicas. Cada innovación tecnológica aporta una solución a un problema, y a su vez, como ya subrayamos, cada solución crea un nuevo problema. O sea, siempre que se produce un salto hacia adelante en las tecnologías de la comunicación, nos hallamos efectivamente ante un progreso en materia de capacidades de expresión, y también, ante un peligro de confusión, de confrontación y de nuevas intoxicaciones mentales. Es normal. En ese aspecto no hay nada nuevo. Todo poder que posee el monopolio de la expresión pública se desespera ante cualquier aparición de una tecnología comunicacional democratizante que amenaza su uso solitario de la palabra. Piénsese, de nuevo, en la invención de la imprenta en 1440, y el pánico de la Iglesia y del trono ante una máquina que les arrebataba de repente el monopolio de la verdad.

Ante el dilema peligros vs. ventajas, la pregunta sigue siendo ¿qué hacer? Depende de quién se plantee esa interrogación. Si son los ciudadanos, es previsible que deseen hacer uso inmediato de la excesiva potencia que les confieren las redes, sin tener la precaución de desconfiar del segundo aspecto: la manipulación de la que pueden ser objeto. Las decepciones, por ello, pueden ser fuertes.

Si quien se hace la pregunta es el poder, yo diría que debe guardar la serenidad; no puede soñar con que, por milagro, desaparezcan las redes que ya están aquí para siempre. Él también debe adaptarse a esta nueva realidad, a esta nueva normalidad comunicacional. La censura, la negación o la ceguera no sirven de nada, solo agravarían el problema, visto desde el poder. Lo rígido rompe, mientras que lo flexible resiste. Por lo tanto, el poder debe entender que las redes son un nuevo espacio de debate y de confrontación, y constituyen quizás, en el campo político, el principal espacio contemporáneo de enfrentamiento dialéctico. Es el ágora actual, y es ahí, en gran parte –como lo fue en las páginas de los periódicos durante mucho tiempo–, donde se dirimen ahora los grandes diferendos y las principales polémicas. Quien no desee ser el gran perdedor de nuestro tiempo debe estar presente en este espacio central de los debates.

Sí, las redes sociales son el medio dominante hoy, como lo fueron en otras épocas la televisión, la radio, el cine o la prensa. Es una revolución considerable, como no la ha habido jamás en el campo de la comunicación. Repetimos, todo cambio importante en el ámbito de la comunicación acaba fatalmente por tener repercusiones decisivas en lo social y lo político. No hay excepciones. Desde la invención de la escritura hasta Internet, pasando por la imprenta.

En cualquier país, las redes obligan a todos los demás medios de masas (prensa escrita, radio, cine, televisión) a tener que repensarse. Hay un darwinismo mediático en marcha. El medio que no se adapte al nuevo ecosistema desaparecerá. Adaptarse no quiere decir que los otros medios deben hacer lo que hacen las redes. No. Las redes son también el territorio, ya lo dijimos, de la manipulación, de la intoxicación, de las fake news, de las “verdades emocionales”, de las “verdades alternativas”, de los relatos conspiracionistas. La prensa escrita, por ejemplo, debe concentrarse en sus cualidades: la calidad de la escritura, la brillantez del relato, la originalidad de la temática, la realidad del testimonio, la autenticidad de la información, la inteligencia del análisis y la garantía de la verdad verificada.

Este artículo fue publicado originalmente en La Jiribilla y se publica aquí con la autorización del autor.

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“Solo comprar mariscos en lugares establecidos”: Investigador de la UMAG entrega recomendaciones para evitar intoxicaciones por marea roja

La principal es adquirir productos en lugares que cuenten con la revisión sanitaria donde se certifique que están libres de toxinas.

Las mareas rojas son eventos naturales cuya principal explicación es el crecimiento explosivo o florecimiento de microalgas de las cuales se alimentan los mariscos y que cuando estas proliferaciones son causadas por microalgas que producen toxinas, pueden provocar intoxicaciones que incluso pueden causar la muerte en el ser humano. Por ello, tomar los resguardos resulta fundamental, sobre todo en esta época de Semana Santa donde aumenta el consumo de productos del mar.

Máximo Frangopulos, Doctor en Biología de Organismos y Ecosistemas e Investigador del Centro de Investigación GAIA Antártica (CIGA) de la Universidad de Magallanes (UMAG)  e investigador asociado del Centro basal CHIC e Instituto Milenio BASE, indicó que la principal recomendación es que las personas solamente compren estos mariscos en lugares autorizados y establecidos, y que cuenten con la certificación sanitaria correspondiente que entrega la SEREMI de Salud, que garantice que están libres de cualquier tipo de toxinas, “jamás se deben consumir mariscos si no sabemos cuál es su fuente de origen”, advirtió.

“Al consumir mariscos que no se sabe dónde fueron extraídos y que se desconoce  si están o no afectados por algún tipo de toxina marina, nos vamos a exponer a un potencial riesgo de intoxicación en caso de que provengan de una zona donde haya presencia de toxinas. Y si uno se intoxica puede haber un riesgo importante incluso de muerte, como lamentablemente ocurrió hace un par de semanas en la región de los Lagos”, indicó el investigador.

En general, agregó Frangopulos, lo que se ve más afectado es el sistema nervioso, “las toxinas paralizantes son neurotoxinas que actúan a nivel celular, inhibiendo el impulso nervioso y la contracción muscular. Además, ocasionan síndromes asociados a trastornos gastrointestinales, es decir, hay toda una sintomatología inicial que se caracteriza por dolor abdominal, mareos, diarreas, náuseas, vómitos, entre otros y dependiendo de la concentración de toxina que tenga el marisco consumido, estos pueden ser más graves, pudiendo observarse incluso parestesia (sensación de hormigueo), vértigo, ataxia (no hay coordinación de los movimientos) y alteración de la sensibilidad térmica, entre otros. Por ello, los pacientes cuando consumen mariscos contaminados con toxinas paralizantes y se intoxican severamente, tienen que ser conectados a un respirador artificial porque no pueden respirar de manera voluntaria”.  “No esta comprobado que las toxinas paralizantes dejen secuelas en el ser humano una vez que son eliminadas de forma natural del organismo”, indicó el investigador.

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