La Segunda Sala Penal de la Corte Suprema condenĂł a siete miembros del EjĂ©rcito en retiro por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado y homicidio calificado del cantautor VĂctor Lidio Jara MartĂnez y LittrĂ© Abraham Quiroga Carvajal. IlĂcitos perpetrados en septiembre de 1973.
Los ministros Haroldo Brito, Jorge Dahm, la Ministra Suplente Sra. Eliana Quezada M., y las abogadas Integrantes Carolina Coppo y Leonor Etcheberry confirmaron lo resuelto por la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo de segunda instancia y condenaron RaĂşl JofrĂ© González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán ChacĂłn Soto a penas de 15 años y un dĂa, en calidad de autores de los homicidios, tanto de Jara como del entonces director de prisiones LittrĂ© Quiroga, y a 10 años y un dĂa de presidio por haber secuestrado a ambas vĂctimas.
En tanto, el ex oficial Rolando Melo Silva fue condenado a cinco años y un dĂa de presidio como encubridor de ambos homicidios, asĂ como a tres años y un dĂa de presidio por ser encubridor tambiĂ©n de los secuestros.
En su oportunidad, el tribunal de alzada capitalino, elevĂł las penas a los condenados por el delito de secuestro simple al recalificar la conducta a secuestro calificado atendida la gravedad de los hechos de que fueron vĂctimas y los malos tratos a los que fueron sometidos durante su detenciĂłn en el entonces Estadio Chile.
El máximo tribunal rechazĂł los recursos de casaciĂłn en la forma y en el fondo presentados por la defensa de los ex uniformados que pretendĂan impugnar la sentencia de segunda instancia.
El abogado querellante Nelson Caucoto, representante de las familias de Jara y Quiroga valorĂł el fallo señalando que “Se ha dictado la sentencia final y definitiva por parte del máximo tribunal de la RepĂşblica, en dos crĂmenes infamantes cometido por militares chilenos en las personas de Victor Jara y LittrĂ© Quiroga, dos figuras relevantes de la sociedad chilena. Uno un Ăcono del firmamento cultural y musical de nuestro paĂs, y el otro un funcionario pĂşblico ejemplar, abogado y ex Director del Servicio de Prisiones. Ambos, torturados hasta la saciedad cobardemente y acribillados con varias decenas de balazos. Para finalmente abandonar sus cuerpos en la vĂa pĂşblica en el anonimato de un amanecer santiaguino. La justicia ha hecho su tarea finalmente con absoluto apego al derecho, tanto nacional como internacional, trayendo consuelo para los familiares de las vĂctimas que esperaron por tantos años para este momento”.
44 impactos de bala
De acuerdo a la investigaciĂłn, VĂctor Jara fue detenido el 12 de septiembre de 1973 en la Universidad TĂ©cnica del Estado, siendo conducido posteriormente al Estadio Chile. El 15 de septiembre es el Ăşltimo dĂa en que se le ve con vida, cuando en horas de la tarde VĂctor Jara fue sacado de una fila de prisioneros que serĂan trasladados al Estadio Nacional. La madrugada del dĂa siguiente su cuerpo fue encontrado por unos pobladores en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano, junto a otros cinco cadáveres, entre los que se hallaba el de LittrĂ© Quiroga Carvajal. Tanto LittrĂ© como Jara, eran militantes del Partido Comunista.
De acuerdo al informe de autopsia, VĂctor Jara muriĂł a consecuencia de 44 impactos de bala.Â
LittrĂ© Quiroga, en tanto, suspendiĂł el goce de una licencia mĂ©dica, para concurrir hasta su oficina de la DirecciĂłn Nacional de Prisiones. Desde allĂ resolviĂł enviar a la mayorĂa de los funcionarios a sus hogares, y se comunicĂł con una alta autoridad militar. En respuesta, se le indicĂł que se presentara a las 8.00 del dĂa 12 en el Ministerio de Defensa. Sin embargo, una veintena de carabineros llegĂł hasta las oficinas del Servicio de Prisiones. LittrĂ© Quiroga se entregĂł voluntariamente a ellos. En la noche fue trasladado hasta El Regimiento Blindado NÂş2.
El dĂa 13 de septiembre fue enviado al Estadio Chile, donde sufriĂł mĂşltiples torturas y vejaciones aplicadas por personal del EjĂ©rcito. AllĂ permanece hasta el dĂa 15 de septiembre y al dĂa siguiente su cuerpo fue encontrado cerca del Cementerio Metropolitano, en un crimen que marcĂł la crueldad y el ensañamiento de los agentes represores.