La ministra de Medioambiente, Maisa Rojas, declaró en dos ocasiones a la prensa que esta nueva Ley no se aplicará de forma retroactiva, por lo que no afectará los puestos de trabajo actuales, no obstante, desde las empresas salmoneras, se encendieron las alertas al tener que enfrentar regulaciones acordes a los estándares internacionales, declarando que sufrirían pérdidas irreparables y amenazando despidos de manera casi inmediata.
Esta ley busca proteger las áreas que son vitales para la conservación de la biodiversidad marina en los mares del sur de nuestro país. A modo de ejemplo, la empresa dedicada al cultivo de salmón, Australis Seafoods S.A, propiedad del denominado “zar del mar” Isidoro Quiroga Moreno, mantiene 25 centros de plantaciones de salmones en áreas actualmente protegidas: 12 en la Reserva Forestal Las Guaitecas y 13 en la Reserva Nacional Kawésqar. Esta es solo una pincelada de esta problemática que tenemos en nuestro país, en donde los mares más prístinos del planeta han comenzado a convivir, contaminarse y finalmente peligrar gracias a la irrupción de esta industria, a la que ahora el Estado empezará a exigir condiciones mínimas para sus operaciones.
En ese contexto, se movilizaron los gremios y sindicatos de las Salmoneras, con cientos de trabajadores, camiones y buses, en una clara demostración de fuerza de los grupos empresariales, ante una normativa tan esencial para la protección de la biodiversidad, se reunieron en la plaza de Armas de Puerto Montt y también marcharon por la costanera, con las consignas “Con el sur no se Improvisa” y “Las Salmoneras y el medio ambiente son compatibles”.
Como es de público conocimiento, las salmoneras, han dejado un largo historial de desastres ambientales en el país, está demostrado que impulsaron la marea roja en los mares de Chiloé el año 2016, cuestión que fue un hervidero para protestas populares de los habitantes del archipiélago, conocido como el Mayo Chilote.
También está demostrado que las Salmoneras han entregado información falsa sobre las tasas de mortalidad de los peces y daños medioambientales ante el SEA. Los salmones fugados desde las plantaciones ascienden a más de 4,8 millones en una década, sin que existan soluciones propuestas por el empresariado al respecto, aun cuando sus ganancias son gigantescas. Según datos de Sernapesca, entre enero y diciembre del año pasado, se exportaron 751 mil toneladas de salmón y trucha, avaluadas en 6.600 millones de dólares.