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“Las razones de Boric, Orsini, Jiles y Teillier” una columna de Sergio Reyes Tapia

Sergio Reyes Tapia / Periodista / Editor de prensa radio Nuevo Mundo

Llama la atención que la diputada Pamela Jiles exprese en forma escrita y oral su apego a la legalidad a través de un decálogo, y descalifique la legitimidad, de sus colegas parlamentarios Maite Orsini y Gabriel Boric, que tienen para conversar con el ex frentista Ricardo Palma Salamanca.

Debe saber la diputada Pamela Jiles que los cambios culturales involucran también cambios a la legalidad, y de aquello dio cuenta perfectamente la dictadura al silenciar las conversaciones en las plazas, en los sindicatos y todo tipo de reunión política, cambiando la legitimidad por aquella legalidad de muerte. Además la legalidad nos dice que Palma Salamanca es refugiado político, por tanto, qué problema habría en charlar con él.

Recordemos que la dictadura amordazo, y con esto eliminó el dialogar y pensar político distinto, que creemos no es lo que pretende la diputada Pamela Jiles. Al contrario, la parlamentaria nos dice que ella comunicaría todas sus acciones que comporten diálogo político, eso realmente es imposible, porque hasta comprar una manzana en la feria denota ese espacio público-político.

Uno cosa es que a Pamela Jiles no le caigan bien las conversaciones de Orsini y Boric, y otra es, al igual que la derecha, negarles los diálogos de participación política. Los mismos que ha entregado el diputado Teillier, a quien también se le requiere, por parte de la derecha, restarse del debate político cuestionando su independencia.

Lo que hace Teillier al decir “yo no me inhabilito” en la comisión de ética del parlamento, para sancionar si han obrado bien o mal Boric y Orsini en su reunión con Palma Salamanca, es develar que su memoria histórica es parte constituyente de su identidad, y eso es legitimidad de su vida y de su independencia.

La comunicación de por sí es perspectiva de cambio, y eso al parecer no lo tolera la derecha, pero las reglas del decálogo o mandamientos o formas de comportarse de Pamela Jiles, no nos deben dejar de impresionar, ante las variedades del escaso reconocimiento hacia los de su sector.

En el diálogo diario existe cultura, diferencias, y para qué empeñarse en llegar a la homogeneidad que busca la derecha, y que al parecer otros también lo requieren. Un mundo así sería absurdo.

Las oportunidades de escuchar a la gente son mínimas y por qué y para qué desperdiciarlas. Hemos escuchado y leído a Pamela Jiles en su decálogo, ahora escuchemos las identidades de los sujetos sociales que son los parlamentarios cuestionados.

Como dijo el conde de Lautréamont hace más de 100 años: vivimos en la era en donde todos escribimos y nadie lee, y donde todos hablamos y nadie nos escucha, como si ya visualizara este tipo de sociedad postmoderna, individualista.

Ahora, más allá que Boric y Orsini hayan faltado a la comunicación de orden legal constitutiva del parlamento, éste debería permitir radicalizar las diferencias, para eso son políticos. Lo que hace Jiles es no profundizar esas diferencias, al contrario, al igual  que la derecha, pareciera buscar un consenso de exclusión política con sus mandamientos.

Chantall Mouffe nos recuerda que ciudadano es quien tiene relaciones y experiencias sociales, culturales, de amigos, de vecinos, de compañeros de trabajo, por tanto, los parlamentarios que fueron y conversaron con Ricardo Palma Salamanca permitieron profundizar y ejercer ese espacio, que aunque no lo crea la derecha y otros, son los territorios donde se construye la materia prima de la democracia.

Lo que han hecho –conversar- Boric y Orsini es alejarse de la sociedad “bien ordenada”, cuadrada, lo que creemos permite reconocer al otro en su agonismo.

Teillier, Boric y Orsini no niegan su identidad, al contrario, la refuerzan y eso es prestigio del saberse.

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