Fuente, rt.com
Ha fallecido el expresidente de Uruguay, JosĆ© Mujica, uno de los lĆderes mĆ”s importantes y respetados de la izquierda latinoamericana, segĆŗnĀ informara este martes el actual mandatario del paĆs suramericano, YamandĆŗ Orsi.
“Con profundo dolorĀ comunicamos que falleció nuestro compaƱero Pepe Mujica“, escribió Orsi en su perfil de X.
“Presidente, militante, referente y conductor, te vamos a extraƱar mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, completó.
La enfermedad
El exmandatarioĀ padecĆa cĆ”ncer de esófago. A mediados de mayo, su esposa y exvicepresidenta de Uruguay, LucĆa Topolansky, asĆ como el actual presidente de ese paĆs, YamandĆŗ Orsi,Ā confirmaronĀ su grave estado de salud.Ā “EstĆ” en la meseta, estĆ” a tĆ©rmino (…) esto tiene un final anunciado”, afirmó la tambiĆ©n exsenadora, quien indicó, ademĆ”s, que su mĆ©dicaĀ diagnosticó que estarĆaĀ en una “situación terminal“.
“Lo visitĆ© y estĆ” muy mal (…) estĆ” complicado aquel, pero se estĆ” cuidando”, manifestó, por su parte, Orsi, quien lo habĆa visitado recientemente.
Ya principios de enero de 2025, el expresidenteĀ comunicó queĀ la enfermedad se habĆa expandido por su cuerpo y ya no habĆa forma de detenerla. “El cĆ”ncer en el esófagoĀ me estĆ” colonizando el hĆgado. No lo paro con nada. ĀæPor quĆ©? Porque soy un anciano y porque tengo dos enfermedades crónicas. No me cabe ni un tratamiento bioquĆmico ni la cirugĆa porqueĀ mi cuerpo no lo aguanta“, comentó.Ā Y aƱadió: “Estoy condenado, hermano. Hasta acĆ” lleguĆ©”.
MujicaĀ reveló que le fue detectado un tumor maligno en el esófago aĀ finales deĀ abril de 2024, lo que motivó a que recibiera un tratamiento conĀ radioterapia. Unos meses mĆ”s tarde, en agosto,Ā aseguró queĀ eso aparentemente funcionó, pero lo dejó “deshecho”.
De la guerrilla a la silla presidencial
Nacido en Montevideo en 1935, ‘El Pepe’ Mujica, como se le conocĆa popularmente, representó una faceta inusual de la polĆtica, ya que transitó un largo camino desde que participó en la guerrilla en los aƱos 70 āy que le costó 12 aƱos de prisiónā hasta que ganó unas elecciones democrĆ”ticas. AsĆ, se consolidó como un presidente sin tĆtulos universitarios que jamĆ”s se enriqueció ni quiso hacer uso de los privilegios del poder.
En 2010, despuĆ©s de asumir el cargo, ni siquiera quiso mudarse a la elegante residencia presidencial. Ajeno a los protocolos, eligió vivir en su sencilla casa de siempre, al lado de su esposa LucĆa Topolanski, otra de las figuras históricas, fundamentales y de mayor reconocimiento en la polĆtica regional. Nunca tuvieron propiedades, bienes, ni autos lujosos ni abultadas cuentas bancarias. Ni una sola sospecha de corrupción.
“No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje. Me gusta vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”, solĆa decir para refutar los halagos por la humildad con la que vivĆa y que le habĆan valido que lo identificaran como “el presidente mĆ”s pobre del mundo”.
Mujica también se distinguió porque siempre se declaró ateo, identidad que lo diferenció del resto de los mandatarios latinoamericanos que juran sobre biblias, van a misas, rezan y le piden a Dios que los ayude a gobernar.
Gracias en parte a esas convicciones alejadas de toda presión religiosa, impulsó la legalización del aborto y del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pero si algo sorprendió de este exguerrillero fueĀ la inĆ©dita osadĆa que tuvo al contrarrestar las arraigadas polĆticas de drogasĀ a nivel global para convertir a Uruguay en el primer paĆs en legalizar la producción, venta y consumo de la marihuana.
AsĆ, logró que el mundo volteara a ver, ya fuera con asombro, escepticismo o admiración, a un “paisito” ācomo lo definĆa con afecto el escritor Eduardo Galeanoā de poco mĆ”s de tres millones de habitantes enclavado en el sur del OcĆ©ano AtlĆ”ntico.
Tanto llamó la atención, que el cineasta serbio Emir Kusturica quiso contar su historia en un documental que tituló ‘El Pepe: una vida suprema’, que se estrenó en 2018 en el Festival de Venecia.
La expectativa que generó la cinta demostró el interĆ©s que habĆa en conocer a un presidente que tres aƱos antesĀ habĆa dejado el cargo con una aprobación rĆ©cord del 65 %.
Una vida de militancia en la izquierda
La militancia atrapó a Mujica desde que era un adolescente. Por eso, a los 21 aƱos decidió dejar por completo los estudios para sumarse al Partido Nacional, una fuerza que emergĆa para contrarrestar al Partido Colorado, que gobernaba el paĆs desde hacĆa casi un siglo.
Pero el Partido Blanco era mĆ”s de derecha y Mujica se sentĆa mĆ”s identificado ideológicamente con la izquierda, asĆ que, a principios de los aƱos 60, se sumó a la construcción de la nueva Unión Popular.
Duró poco, ya queĀ en 1964 se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, la guerrilla de extrema izquierda que se identificaba con la Revolución cubana y que pretendĆa tomar el poder por las armas en un momento en el que el paĆs sufrĆa inestabilidad, con una sucesión de gobiernos colegiados, una grave crisis económica, crecientes protestas sociales y represiones.
Los Tupamaros comenzaron a adquirir repercusión internacional a travĆ©s de secuestros, ejecuciones, atentados con explosivos y robos de bancos que cometĆan para financiarse. Y en los que participaban Mujica y el resto de los guerrilleros.
En las elecciones presidenciales de 1971, organizaciones de izquierda crearon el Frente Amplio y su candidato, LĆber Seregni, obtuvo el 18 % de los votos. ParecĆa que el naciente bipartidismo entre el Partido Blanco y el Partido Colorado se rompĆa.
Los resultados, sin embargo, quedaron ensombrecidos por un fraude que, segĆŗn se comprobó tres dĆ©cadas mĆ”s tarde, fue organizado por EE.UU. y le otorgó el triunfo aĀ Juan MarĆa Bordaberry (Partido Colorado), el presidente que en 1973 encabezarĆa un autogolpe que darĆa inicio a una sucesión de regĆmenes militares que gobernaron hasta 1985.
Fue precisamente durante el Gobierno de Bordaberry (1972-1976) que Mujica cayó preso por cuarta vez junto con el resto de la cĆŗpula de Tupamaros. SerĆa la definitiva. A diferencia de otras ocasiones anteriores, ya no pudo escapar de prisión.
Encierro y regreso
Durante 12 aƱos, Mujica se convirtió en un rehĆ©n de la dictadura.Ā La detención habĆa sido extrajudicial y jamĆ”s lo juzgaron ni le imputaron cargos formales, asĆ que mĆ”s bien fue vĆctima de un secuestro.
Con la guerrilla ya derrotada, los tupamaros fueron vĆctimas permanentes de torturas y de todo tipo de vejaciones hasta que, en los albores de la democracia recuperada en 1985, lograron el beneficio de una ley de amnistĆa que les permitió salir de prisión.
Mujica dejó atrĆ”s las armas y volvió a la polĆtica. Se incorporó al Frente Amplio āel conglomerado de fuerzas progresistas nacido a principios de los 70ā yĀ en 1995 obtuvo su primer cargo de elecciónĀ popularĀ al ganar un escaƱo en la CĆ”mara de Representantes.
Ya como diputado, Mujica comenzó a obtener un mayor protagonismo en la vida pĆŗblica del paĆs. Su pasado guerrillero no impidió que lograra cada vez mayor liderazgo y popularidad, al mismo tiempo que el Frente Amplio se fortalecĆa y, ahora sĆ, desvanecĆa el bipartidismo creado por el Partido Nacional y el Partido Colorado.
En 1999, Mujica se convirtió en senador. Ese aƱo, el candidato del FA, TabarĆ© VĆ”zquez, logró avanzar hasta la segunda vuelta frente a Jorge Batlle (Partido Colorado). Aunque no ganó, parecĆa que ya solo era cuestión de organización y tiempo para que la izquierda llegara a la Presidencia. Y asĆ fue. En 2004, VĆ”zquez ganó de manera contundente en la primera vuelta con el 51,6 % de los votos.
Fue la época de esplendor de los gobiernos progresistas en la región, y en la que convivieron Néstor Kirchner y Cristina FernÔndez (Argentina); Evo Morales (Bolivia); Luiz InÔcio Lula da Silva (Brasil); Rafael Correa (Ecuador); Fernando Lugo (Paraguay) y Hugo ChÔvez (Venezuela).
En 2010, Mujica se sumarĆa al selecto grupo.
Gobierno y legado
Mujica ganó las elecciones presidenciales de 2009, en una segunda vuelta, con el 54,6 % de los votos.
A sus 74 aƱos, se afianzó como un lĆder desaliƱado, sin interĆ©s por los protocolos ni la corrección polĆtica, pero tambiĆ©n pragmĆ”tico, alejado del extremismo ideológico que habĆan marcado sus comienzos.
Luego de mĆ”s de cuatro dĆ©cadas, la transición de guerrillero y preso polĆtico vĆctima de una dictadura a gobernante democrĆ”tico se habĆa consumado.
Pero todavĆa guardaba sorpresas. En 2012, sin que nadie lo esperara,Ā Mujica promovió terminar con los prejuicios y legalizar la producción, venta y consumo de la marihuanaĀ con fines medicinales y recreativos. Es decir, en la totalidad del circuito comercial de una planta que sigue siendo objeto de estigmatización. NingĆŗn paĆs se habĆa atrevido a tanto.
Fue una apuesta arriesgada, ya que rompĆa el canon de la guerra contra las drogas impuesta por EE.UU., ademĆ”s de que el proyectoĀ no era apoyado por la mayorĆa de los uruguayos. El intenso debate social que estalló en Uruguay concitó la atención mundial.
“No es bonito legalizar la marihuana, pero peor es regalar gente al narco. No hay ninguna adicción buena, salvo la del amor”, dijo en una de las tantas frases cĆ©lebres con las que defendió una iniciativa que se terminó aprobando a fines de 2013 y que cambió los parĆ”metros de la guerra contra el narcotrĆ”fico a nivel mundial.
No fue la Ćŗnica controversia.Ā En 2011,Ā Mujica reflotó la legalización del abortoĀ que su antecesor, TabarĆ© VĆ”zquez, habĆa vetado a pesar de que el 60 % de la población sĆ apoyaba la medida.
Un aƱo mĆ”s tarde, Uruguay se convirtió en el segundo paĆs de AmĆ©rica Latina y el Caribe, despuĆ©s de Cuba, en legalizar la interrupción voluntaria del embarazo en las primeras 12 semanas de gestación, o despuĆ©s, si era producto de una violación.
El carĆ”cter innovador y progresista del Gobierno de Mujica con respecto a los derechos civiles se consolidó en 2013, cuando entró en vigor la ley del matrimonio igualitarioĀ que permite casarse a las personas del mismo sexo y que, en ese momento, a nivel regional solo habĆa sido aprobada en Argentina.
Despedida
En 2014, la izquierda uruguaya ganó su tercera elección general consecutiva, lo que permitió que Mujica le devolviera la banda presidencial a TabarĆ© VĆ”zquez, el lĆder del Frente Amplio que ese aƱo volvió a postularse.
MujicaĀ regresó entonces al Senado, en donde permaneció hasta 2020, cuando renunció al escaƱo y dio por terminada su carrera polĆtica debido a la pandemia de Covid.
TenĆa entoncesĀ 85 aƱos, asĆ que eligió dedicarse a cultivar el campo y los jardines de su chacra junto con su esposa, LucĆa Topolansky, la exguerrillera tupamara y presa polĆtica que, al igual que Mujica, se transformó en una de las lĆderes mĆ”s importantes del paĆs. AdemĆ”s de ser senadora, en 2017 se convirtió en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia en Uruguay.
PeroĀ el expresidente jamĆ”s se alejó del todo de la vida pĆŗblica. Ya fuera a travĆ©s de entrevistas o viajes internacionales, sobre todo en AmĆ©rica Latina, continuó siendo uno de los personajes polĆticos mĆ”s atrayentes y respetados de la región.