Este fin de semana, en el marco de un nuevo 11 de septiembre, en la sede de la Confederación Nacional Sindical Campesina, del Agro y Pueblos Originarios, Ranquil, se vivió una jornada emotiva y sin precedentes, por primera vez se reunió parte de las y los 93 de Akhtyrsky.
El 4 de septiembre de 1973, 93 jóvenes campesinos chilenos se embarcaban en avión hacia la Unión Soviética, con el objetivo de capacitarse como mecánicos tractoristas. Sus edades oscilaban entre los 15 y los 22 años, días después llegaría el criminal golpe de Estado, dejándolos aislados de Chile, en una tierra lejana. Esta historia, poco contada, se hizo pública gracias a la investigación de Cristián Pérez, que plasmó en el libro “Viaje a las estepas”.
Fotografía de los 93 de Akhtyrsky recién llegados a la Unión Soviética
Los jóvenes chilenos llegaron al pueblo de Akhtyrsky, en medio de las estepas, en un viaje que se enmarca en la colaboración y solidaridad entre ambos pueblos, y que se vio truncado como todo el proyecto de la Unidad Popular, por el golpe de estado y la dictadura fascista que se impuso en el país. Algunos viajaron a Chile, y pelearon por la recuperación de la democracia, otros terminaron sus estudios dentro de las repúblicas socialistas, muchos se encuentran dispersos, por Cuba, Europa y diferentes regiones del país.
Para entender un poco, el porqué de este viaje, es necesario recalcar que ningún otro gobierno, escuchó, habló y le entregó soluciones al pueblo campesino en Chile, como el de Salvador Allende. Al año 1973, 76.569 familias campesinas son beneficiadas con las expropiaciones y compras de terrenos de la reforma agraria, hablamos de cerca de diez millones de hectáreas.
Por todo el territorio nacional, se constituyeron asentamientos campesinos, se mejoraron las viviendas del campesinado y las condiciones de vida. “Los niños ya no andaban descalzos”, se puede leer en una fotografía de la época, expuesta en las murallas de la sede de la Ranquil, que muestra a hijas e hijos de campesinos caminando con botas de agua nuevas en el barro de algún campo chileno.
Los campesinos organizados, con una conciencia de clase abrumadora, se tomaron la llamada “Batalla por la producción” muy en serio. Osvaldo Zuñiga, presidente de la Confederación Ranquil, comenta que, en solo un año, durante la Unidad Popular, 8.500 campesinos y campesinas recibieron formación sindical y técnica, en colaboración con la Confederación y el gobierno.
Sin embargo, unir las historias de los 93 de Akhtyrsky, y otras muchas historias del trabajo y lucha campesina de esta confederación no es un trabajo fácil, su presidente explica que, en pleno golpe, “La Ranquil el 11 de septiembre de 1973, a las 11 de la mañana es allanada la sede y se quema toda su documentación”. Buscando en los archivos de la Biblioteca Nacional, entre los boletines y revistas de la Confederación, encontraron un relato del secretario general de la época, Luis Avendaño Atenas, que da cuenta de que, desde la Unión Soviética, Checoslovaquia y Rumania, venían 9.000 tractores, para Chile.
Lienzo preparado para la ocasión. El nombre del pueblo Akhtyrsky escrito en cirílico.
“Había que preparar, en este nuestro país con un alto analfabetismo, de inmediato 9.000 chóferes, operadores. Pero, ¿Qué pasaba si había un problema mecánico? Entonces uno va interpretando esto, espero no estar equivocado. Era una necesidad urgente, para darle continuidad a un proyecto de transformación y cambio que estaba andando con mucha fuerza” señala Osvaldo Zúñiga
El presidente de la Confederación también se tomó un momento para pedirles disculpas en nombre de la Confederación, por cambiar sus vidas de manera tan drástica. No obstante, fueron las armas las que truncaron este proyecto educativo en particular y el proyecto político, social y cultural de la Unidad Popular en su conjunto.
El reencuentro
Los 93 de Akhtyrsky, ya son veteranos. Se abrazan y conversan mientras esperan a sus demás compañeras y compañeros. 93 partieron hace ya 50 años. Y al fin, una decena de ellos se reúnen en «La Casa del Campo», ubicada en calle Rosas 3027. Donde funciona la sede central de la Confederación Nacional Sindical Campesina, del Agro y Pueblos Originarios, Ranquil.
Al lugar, también acudió Boris Ershler primer secretario de la embajada de Rusia, y Ekaterina Gutkina Representante de la Casa de Rusia, ex Instituto Soviético chileno, quienes señalaron sentirse honrados y agradecidos, sin embargo, eran los “Ajtirskanos” presentes, los que uno a uno, agradecieron la oportunidad y el cobijo entregado por el pueblo ruso, todos y todas hablaban ruso, y charlaban alegres con los visitantes con palabras en su segunda lengua.
Israel Ayllapan, miembro de los 93, emitió un pequeño discurso en donde recordó a los 17 compañeros ya fallecidos del grupo, recordando que su viaje consistía en poder potenciar la reforma agraria, dando un salto cualitativo.
De igual manera, expresó su agradecimiento con los sindicatos campesinos de la ex URSS y de Chile, por acelerar su salida antes del golpe, que se veía como una posibilidad cada vez más tangible.
Verónica Cortés, una de las 4 mujeres que emprendió el viaje, declaró: Yo soy parte de este grupo, formamos 93 personas de las cuales cuatro eran mujeres. Esa es la demostración del presidente, la confianza que tenía hacia las mujeres. Porque habitualmente el trabajo de tractorista es una labor de hombres, pero él siempre creyó la posibilidad de que las mujeres también se la podían. Quiero dar gracias al pueblo soviético, el cual nos acogió en ese momento, los más duros cuando ocurrió el golpe de estado”.
Las edades de los jóvenes campesinos fluctuaban entre los 15 hasta los 22 años, algunos nunca antes habían viajado lejos de sus familias ni mucho menos subido a un avión. Verónica Córtes agregó: “Nos tocó madurar de un día para otro, los lazos con la patria se cortaron definitivamente, porque no había ninguna relación diplomática o de ningún tipo, tuvimos que crecer. Pero, gracias a ese apoyo de familia que nos dio el pueblo soviético, pudimos salir adelante, sinceramente eso fue un golpe caótico, tanto sentimentalmente como psicológico, romper todos los lazos con Chile, con nuestro país, pero tuvimos ese apoyo. Gracias a la Unión Soviética, yo siendo hija de campesino logré llegar a la universidad, cosa que en Chile jamás hubiese sido posible, por eso le doy gracias por todos los logros que tuvimos todos nosotros”.
Enrico Paganelli, cantautor italiano y médico internacionalista, entonó algunas canciones para animar la reunión. De igual manera a la ceremonia también concurrió el historiador Cristián Pérez, el grupo le entrego un reconocimiento por ayudar a sacar su historia a luz pública.