Emilio Rodríguez Ponce es Doctor en Educación y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, quien ha investigado las características del sistema de educación superior chileno donde se compite “prácticamente por todo”: captación de estudiantes, contratación de académicos, postulación a proyectos y fondos para financiar las instituciones.
Luego de más de 30 años de investigación en educación superior el rector de la Universidad de Tarapacá, Emilio Rodríguez Ponce, tiene una conclusión clara respecto del sistema: “Chile es uno de los países con mayor capitalismo académico en el mundo”.
Y esa frase tiene una amplia explicación, que va desde la competencia de las instituciones por captar alumnos y académicos, así como también una profunda reflexión respecto de lo que es el sistema de educación superior chileno, donde las universidades no tienen fondos basales que aseguren su funcionamiento sin la necesidad de esta competencia.
Rodríguez, quien es y ha sido investigador en 10 proyectos Fondecyt, explicó que algunas características del sistema chileno “revelan que efectivamente es uno de los países con mayor capitalismo académico en el mundo”.
Detalló que la educación superior es básicamente universal con cerca del 90% de cobertura bruta y que el 16% es impartida por universidades públicas, “entonces nos encontramos frente a un sistema altamente privatizado en el que, además, se compite prácticamente por todo: estudiantes, académicos, fondos, proyectos, etcétera”.
“Las universidades compiten por los estudiantes porque es su misión, pero también dado que los ingresos económicos que reciben van en función del número de estudiantes que logran incorporar año tras año, es decir, en Chile los estudiantes son personas que persiguen un perfeccionamiento, pero, a la vez, las universidades deben atraer, retener, y cuidar a los estudiantes durante todo el proceso educativo”, afirmó.
Y enfatizó que “por supuesto que los estudiantes requieren una formación integral, son personas que están buscando movilidad social y son el centro de los procesos educativos. Sin perjuicio de lo anterior, también es cierto que las universidades lidian cada año por conseguir estudiantes, que le permitan financiar su presupuesto y sus planes de desarrollo estratégico”.
En nuestro país, agregó que, adicionalmente, se compite por los académicos, “quienes son tentados o invitados por otras universidades a trasladarse de institución, con ofertas atractivas en función de su preparación intelectual y fundamentalmente de su productividad”.
¿Y por qué sucede esto? Rodríguez explicó que porque hay un perfil muy definido de académicos deseables por las instituciones que evalúan la calidad y para los indicadores con lo que se asignan los recursos en el país: “que son doctores, que tienen publicaciones en revistas internacionales de cuartil 1, tienen proyectos de investigación ganados en el país, etcétera, entonces ese perfil es escaso y se compite por este tipo de académicos”.
El rector detalló que “los propios académicos configuran su renta en función de la productividad que generan, es decir, existe una remuneración de base, pero a esa remuneración se le agregan otros componentes que tienen que ver con, por ejemplo, las publicaciones, las investigaciones, las prestaciones de servicios, que generan”.
¿Y por qué se hace eso? Porque esas publicaciones son importantes para los aportes fiscales, para los rankings, para la captación de estudiantes, “porque -y en palabras simples- en Chile se compite por todo, por todo. Así las cosas, Chile es uno de los países con mayor capitalismo académico en el mundo”.
Cambios en la profesión académica
Rodríguez indicó que es importante mirar cómo han ido cambiando en la profesión académica y los requisitos de ingreso para acceder a la misma: “En los años ’80, del siglo pasado, la persona que tenía un grado de Master, estaba casi segura de insertarse en una universidad, es decir alguien con Master ya era alguien con características singulares. Pero luego, en los ’90 se empieza a buscar ya personas con grado de Doctor”.
A comienzos de este siglo, acotó, ya no solo era necesario contar con el grado de doctor, sino que además publicar. “Hoy día el punto de entrada es la búsqueda de doctores que publiquen, pero no en cualquier parte, en revistas de cuartil 1 y no solo publiquen, sino que, además, tengan proyectos de investigación nacional ganados, y no es un perfil fácil de acceder por una razón muy simple y es porque, en realidad hay cerca de 100 mil académicos en Chile aproximadamente, y hacen investigación competitiva más o menos un 5%.
Y entonces, “es muy difícil acceder a ese 5% y por eso en Chile se compite por estos académicos y se compite con lógica de mercado, con asignaciones especiales, remuneraciones de mercados, etcétera”.
Además, el rector planteó que Chile es un país en donde las universidades públicas tienen que autofinanciarse, ya que no son financiadas por el Estado. Y puso como ejemplo el caso de la UTA que tiene un presupuesto de US$100 millones al año, de los cuales el Estado financia en forma directa cerca de US$12 millones: “el resto lo tiene que generar la propia institución y esto condiciona, a que todo el sistema esté en la búsqueda de ingresos en el cumplimiento de indicadores, en la contratación de personas que en realidad deben tener un cierto nivel de productividad. Hay detrás de toda esta lógica economicista, un gran reduccionismo; pero, con datos empíricos, se muestra que las instituciones que que no aplican la lógica tienen peores resultados”
Y como punto final explicó que “entre las instituciones se compite por los proyectos de investigación, por la extensión, por la vinculación con el medio, por la prestación de servicios y todo es proyectos, proyectos, proyectos competitivos”.
“En el resto del mundo las instituciones tienen aportes basales que están dados fundamentalmente por el Estado, sobre todo las instituciones públicas.
En el caso chileno esto no es así, una proporción muy baja de los recursos son basales y todo el resto es consecución de recursos económicos a través de la gratuidad de los estudiantes, de los proyectos de investigación que se logran ganar, de las publicaciones que se logran disponer en las revistas principales”. Agregó el rector como conclusión que “un hecho es que, en todo caso, las universidades chilenas han mejorado en calidad en todo el país y las brechas cualitativas se han ido acortando significativamente. Sin embargo, el salto para la consolidación de universidades de clase internacional, demanda con urgencia el diseño y la aplicación de políticas públicas, que garanticen equidad territorial y un sistema eficiente y eficaz del uso de los recursos públicos”.