(Por Sergio Reyes Tapia/ Periodista / Doctor en Comunicación). Desde el 18 de octubre de 2019, día de la rebelión popular en el país, hemos visto en la televisión a sabelotodo como José Antonio Kast; Joaquín Lavín, alcalde de la comuna de Las Condes; Rodolfo Carter, alcalde de la comuna de La Florida; Rodrigo Delgado, alcalde de la comuna de Estación Central; Evelyn Matthei, alcaldesa de la comuna de Providencia, y una infinidad de personajes que si no están en tal canal de televisión, están en el otro.
Iluminarias del conocimiento, podríamos señalarles, pero la lógica que “vivan” en los canales de televisión, más bien pasa por la capacidad que ellos representan en la destrucción de los discursos críticos de los ciudadanos.
Es decir, la constante presencia de aquellos en los medios de comunicación, en especial la televisión, debilita los espacios críticos que la ciudadanía pueda configurar en base a un discurso o relato.
La saturación y la invariable muestra de estos personajes políticos derivan de forma controlada en que los ciudadanos no tengan que hacer ningún esfuerzo de criticidad al escuchar sus repetitivos informes diarios, que a su vez, están respaldados por los rostros de televisión, los que facilitan el desconocimiento en general que vive la población en tiempos de peste, o de sublevación popular.
La constante aparición de estos personajes abre las puertas para que el televidente, que no tendría nada de vidente en estos casos, no pueda configurar su propia valoración de los hechos que acontecen en el país, porque las razones y respuestas ya están dadas de antemano por el propio discurso político ideológico del medio de comunicación.
Y por qué, porque las valoraciones y los hechos de los nuevos relatos que podrían surgir desde la gente, ya han sido dispuesta por el canal de televisión con espacios simbólicos que ocupan esas autoridades acallando voces y emergencias disidentes.
En efecto, y en otras palabras, la televisión, y de acuerdo al formato en vigencia, no permite formar ciudadanos, sino más bien, recrea pensamientos e ideas presentistas que horada los caminos para ejercer la democracia.
Así, estos personajes, y los medios de comunicación, especialmente la televisión, van detrás de las ideas de sobrevivencia de la gente y las ollas comunes, que dicen escucharlas, pero que en los relatos televisivos quedan de lado, y vuelven a alinear los intereses ideológicos y políticos que le son pertinentes junto a los personajes de la farándula, y que en su mayoría pertenecen a esos mismos intereses políticos-económicos.
Es decir, estos nuevos animadores de la televisión tratan de dar validez a las ideas que las razones sociales y la vida social no están ni cercanas con esas validaciones.
Afortunadamente, en estos meses de confinamiento, de alguna manera las familias, los círculos de amistad, y espacios de diálogos virtuales, han permitido la generación de nuevos territorios de construcción social fuera de la televisión, y han detenido en parte, ese individualismo extremo al que nos tenían acostumbrados. Individualismo extremo que lo expresan en sus relatos los sabelotodo.