Hemos observado cómo el gobierno de la derecha en Chile ha ido adquiriendo algunas costumbres que posee el régimen derechista de Estados Unidos, y eso se basa en la acción de reconocer y catalogar al inmigrante indocumentado como indeseable, esto permite por ejemplo expulsar a una madre y a un padre sin documentos, incluso si sus hijos nacieron en territorio nacional.
Para cumplir lo anteriormente expuesto, el gobierno de Piñera se ha apropiado del imaginario colectivo, de las vivencias espontáneas de la población, y que surgieron cuando una modelo y un par de deportistas emitieron declaraciones a favor de las torturas que fueron aplicadas por delincuentes chilenos a delincuentes ecuatorianos.
Aquella apropiación del discurso subjetivo, de la experiencia natural y espontánea de la población, multiplicadas por la mediatización, la derecha las lee y las articulas en sendas operaciones de despliegue comunicacional, que se reflejan cuando el subsecretario de interior Rodrigo Ubilla entrega las recomendaciones del gobierno para expulsar o deportar a inmigrantes, haciendo sintonía con declaraciones de agentes públicos como las estrellas de la televisión.
Así, los medios de comunicación nos han dicho en los últimos días la manera cómo debemos interpretar las causas de los migrantes, y establecer las separaciones entre los “migrantes buenos” y “migrantes malos”, estos últimos indocumentados, negros o indios, o invasores como le llama el presidente estadounidense Donald Trump.
Al mismo tiempo, los medios de comunicación han ejercido sus tareas apoyando la universalización de los significados y construyendo a su vez, junto a la política del gobierno de Piñera, la supuesta interpretación de la población rebalsada de confrontación verbal-ideológica-racista, es decir, ¡extranjeros ocupantes fuera!
En estos términos, lamentablemente la Oposición en Chile no ha encontrado su centralidad ni menos la radicalidad para detener la construcción social que hace el gobierno en contra de la población migrante; y que busca interpretarlo como un enemigo interno, de esos que la derecha construye y ve en todos lados para sustentar sus causas.
Lo que busca la derecha internacional es generar una comunidad cultural, es crear un nosotros, un ethos que está marcado por un fundamentalismo que acepta la tortura de delincuentes, pero eso sí, que no toque a delincuentes de cuello y corbata, ni menos a criminales de la dictadura.
Al respecto, llama la atención que el mismo día que el gobierno explicita sobre la aplicación de las medidas en contra de los inmigrantes, lunes 25 de junio, la UDI aparece sacrosanta y asegura que dejará atrás el legado pinochetista; que su declaración de principios será sin adscribir al horror de la dictadura que ellos avalaron y sustentaron.
La UDI marcará distancia, ya que los buenos están de este lado de la cordillera y el mar.
Así el gobierno, y la derecha política que le justifica, “arreglan la casa” secuestrando la memoria histórica con aquel discurso de reconciliación para el silencio de los chilenos, y el mutismo eterno para los inmigrantes.
Por: Sergio Reyes Tapia / Periodista / Editor General de Prensa radio Nuevo Mundo