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Diversidad, diálogo y educación: el reto intercultural para un Chile cohesionado

·       Reconocer la diferencia como un activo social e integrador, sería uno de los ejes transformadores para avanzar hacia una sociedad cada vez más democrática.

En el marco del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, a celebrarse el próximo 21 de mayo, se vuelve urgente promover una visión comprometida con el sentido de la pluralidad cultural y el respeto a las diferencias, entendidos como vehículos de cohesión frente a las tensiones sociales.  

A propósito de ello, la directora de Cultura, Patrimonio y Extensión de la Universidad de O’Higgins (UOH), Clemencia González, sostiene que, para construir una sociedad que enfrente la polarización de estos tiempos, implica fomentar un diálogo intercultural que sea capaz de romper prejuicios de cualquier naturaleza. Infiere que la diversidad como riqueza compartida permite superar el paradigma de la simple tolerancia hacia una cultura del respeto e integración. Lo que sugiere coexistir con distintas expresiones culturales, idiomas, cosmovisiones, tradiciones y formas de vida.

“En tiempos de polarización, la diversidad cultural puede actuar como un catalizador de entendimiento, ayudando a romper prejuicios y generar espacios de encuentro donde antes había desconfianza. Reconocer y respetar la pluralidad es el primer paso hacia relaciones sociales más justas y pacíficas. No se trata solo de tolerar la diferencia, sino de valorarla como un activo social integrador”.

Responder y avanzar

Y es aquí -según explica González-, donde Chile se enfrenta al reto de articular estas diversidades en un proyecto común de nación, siendo un país marcado por la migración, pueblos originarios e historia centralista. “En un mundo definido por conflictos identitarios y crisis migratorias, reconocer la diferencia se convierte en una respuesta ética, política y práctica frente a las convulsiones globales, nacionales y territoriales presentes en nuestro país”.

La socióloga señala “que Chile necesita avanzar hacia políticas culturales que no solo resguarden el patrimonio, sino que promuevan activamente el intercambio entre las distintas culturas. Esto incluye visibilizar proyectos culturales comunitarios, profundizar la mediación cultural en espacios educativos, municipales y demás entes públicos. Y, avanzar en la promoción del diálogo como valor transversal”, es otra de las propuestas que plantea la directora.

Transformar el aula

En cuanto a la educación propiamente dicha, González cree que Chile tiene como desafío diseñar un modelo de enseñanza intercultural que transforme el aula en un territorio para el encuentro de contrastes y diversidades. Lo que invita a pensar en una educación intercultural que no se limite solo al conocimiento de los pueblos originarios, sino que se extienda a temáticas sobre migración, género y territorialidad.

“La educación intercultural no solo combate los prejuicios históricos, sino que forma ciudadanos capaces de convivir con la diferencia. Incorporar contenidos pluriculturales en el currículum escolar, formar docentes en enfoques interculturales y crear espacios educativos que promuevan la reflexión crítica sobre el racismo, la xenofobia o el clasismo, son caminos necesarios. Solo así será posible formar generaciones capaces de construir una nación plural, democrática y verdaderamente inclusiva”, finaliza.

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