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Desafíos geopolíticos en América Latina: La Injerencia estadounidense y la lucha por la soberanía 

Ante un mundo que transita cambios geopolíticos y geoeconómicos irreversibles y en el que Estados Unidos ha dejado der ser la única potencia hegemónica, el gobierno de Donald Trump ha decidido un repliegue estratégico sobre nuestra región, acorde con su accionar histórico. La reconfiguración política y estratégica a la que apunta el trumpismo, tiene como una de sus premisas reforzar la primacía en el llamado hemisferio occidental, esto es, replegarse en el continente americano.

En un retorno a un imperialismo territorialista y proteccionista, con aires al del siglo XIX, la administración Trump busca expandir su espacio estatal continental. De forma directa y explícita, está presionando para anexar a Groenlandia (territorio de Dinamarca) y a Canadá. Con ello busca conformar un inmenso Estado norteamericano, de unos 22 millones de kilómetros cuadrados, comparable a la URSS en extensión. Ello le otorgaría una gran cantidad de recursos naturales y una presencia clave en el Ártico —espacio estratégico de disputa en las próximas décadas, donde la presencia de Rusia es muy importante.

Además, Washington busca retomar el control total del canal de Panamá, punto logístico fundamental tanto a nivel global como en la conexión marítima entre las dos costas de EEUU. Con tal motivo, presiona por desplazar a la empresa hongkonesa, Hutchison, del control de dos puertos claves del canal.

El otro punto clave de la conexión interoceánica continental es el estrecho de Magallanes, donde busca instalar una base militar o controlar de alguna manera. De esta forma, Estados Unidos quiere hacerse con el dominio de los dos puntos de conexión interoceánica del Continente.

Haber renombrado al Golfo de México como Golfo de Estados Unidos suma un elemento simbólico en este despliegue del imperialismo territorialista sobre México, América Central y el Caribe, considerado como el Mare Nostrum. En esta clave debe leerse el cerco naval a Venezuela, en nombre de la lucha contra el narcotráfico, a pesar de que los principales organismos internacionales sobre la materia consideran que Venezuela es un actor irrelevante en dicha problemática.

Lamentablemente, en estas últimas semanas han aumentado las posibilidades de una intervención o incursión de algún tipo sobre el país caribeño, en un territorio que desde hace años es el principal foco regional de la guerra mundial híbrida en curso. Se enmarcan en estos lineamientos estratégicos las políticas de asfixia total y absoluta sobre Cuba, que comenzaron durante el primer mandato de Trump, llevando al máximo las presiones y el bloqueo económico a pesar del prácticamente unánime rechazo internacional.

Es todo un indicador de este repliegue sobre el hemisferio occidental, así como de las caracteríticas del repliegue, que el Departamento de Estado esté conducido por el neoconservador Marco Rubio, ex senador de la Florida y de origen cubano, acérrimo defensor de las políticas de asedio total contra Cuba y otros países de la región cuyos gobiernos no están alineados con los intereses dominantes de EEUU.

 Rubio siempre profesó el “anti- kirchnerismo” o el “anti-peronismo” y hasta llegó a solicitar que se apliquen sanciones a Cristina Fernández de Kirchner y a otros funcionarios de su gobierno por supuesta “corrupción”, en una tradicional práctica de injerencia total en los asuntos internos.  “Milei lucha contra el cáncer del comunismo”, afirmó Rubio en enero de este año, resaltando su estrechez con el actual gobierno de Argentina, su único peón dentro de los países más grandes de la región y por ello una pieza clave.

Por si no estuviera claro el nivel de coloniaje y de injerencismo imperial en nuestro país, el pasado 14 de octubre, el presidente Trump lo dejó claro varias veces: “Nuestro apoyo está sujeto a quién gane en las elecciones”. Y de inmediato le dio la orden de cómo actuar al secretario del Tesoro: “Creo Scott que si otro candidato gana (…) pondrías un alto en todo lo que estamos haciendo. Si Milei pierde, no seríamos generoso con Argentina. Si no gana, no vamos a perder el tiempo”.

También el nuevo embajador estadounidense en Argentina, Peter Lamelas, afirmó entre sus objetivos apoyar la presidencia de Javier Milei, presionar a las provincias para que limiten las inversiones de China y sostener el encarcelamiento de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Al igual que otros altos funcionarios estadounidenses, también se refirió a que trabajará para garantizar que los recursos de la Argentina, su energía y sus minerales críticos, “beneficien a ambas naciones”; y todos sabemos lo que eso significa: que los recursos estratégicos los controlen las empresas norteamericanas.

Está claro el riesgo total que representa el actual alineamiento para-colonial del gobierno argentino, incluso mucho más estrecho que el de las relaciones carnales de la década de 1990, que tuvo un final trágico. Además, el mundo es profundamente diferente y las consecuencias de no tener autonomía relativa pueden ser bastante más negativas que entones. En los años 90’ se vivía el apogeo del mundo unipolar y la globalización neoliberal hegemonizada por EEUU. Ahora ese mundo ya no existe y en su declive la potencia norteamericana traslada los costos de su sobre-extensión imperial a sus subordinado

Si en ese entonces la aplicación de las recetas del Consenso de Washington fue muy negativa para Argentina, destruyendo nuestra densidad nacional –entramado industrial, ciencia y tecnología, capacidades estratégicas, etc.—, en el actual mundo multipolar y en pleno declive relativo de EEUU la aplicación de un programa de neoliberalismo periférico y alineamiento para-colonial tiene consecuencias desastrosas. Y ya las estamos sufriendo.

 Colonialismo siglo XXI

El plan de salvataje al gobierno de Milei por parte del jefe del Tesoro de Estados Unidos, constituye otro salvavidas de plomo, como lo fue en su momento el salvataje del FMI al gobierno de Macri por aproximadamente 50.000 millones de dólares. Con ello, Washington busca que el gobierno de Milei llegue a las elecciones legislativas lo mejor posible, evitando hacer antes del 26 de octubre la devaluación que todos esperan, en una economía que ya entró en recesión y con un esquema político totalmente en crisis.

 Es decir, tanto entonces, como ahora, ese dinero sirve para sostener a toda costa a un gobierno que actúa como peón a nivel regional, en detrimento de los intereses nacionales. Y también para extender la sobrevida del esquema de valorización financiera y fuga de capitales, alimentado con deuda pública, que destruye el entramado productivo del país y beneficia a unos pocos grandes fondos financieros.

Entre esos fondos se encuentran los “amigos” de Bessent, que entraron en la “bicicleta financiera” o carry trade para hacer ganancias extraordinarias en dólares. Por eso en el “mercado” dicen que Bessent está rescatando a sus amigos (como por ejemplo Rob Citrone), no a la Argentina. Y lo hace, por ahora sin poner plata fresca. Sólo anunció un swap de 40.000 millones de dólares, cuya disponibilidad para su utilización depende de la voluntad de Washington. Y con la compra de pesos con fondos en dólares para mantener hasta el 26 de octubre al dólar oficial.

¿Cuáles son las condiciones del “rescate” o salvavidas de plomo?

Habría por lo menos seis cuestiones sobre la mesa:

1-    La instalación de una base extra-OTAN en Ushuaia, que sirva tanto para el control del estrecho de Magallanes, como para reforzar el dominio sobre el Atlántico Sur por parte del polo de poder anglo-estadounidense y la OTAN, y por supuesto, su proyección hacia la Antártida. En este sentido, en pocos días va a comenzar la “Operación Tridente”, autorizada por un decreto del gobierno nacional, que permite a soldados estadounidenses realizar ejercicios militares en 3 bases navales de Argentina sin autorización del Congreso Nacional. A su vez, el Reino Unido está profundizando la militarización del Atlántico Sur, reforzando su presencia de personal y ampliando sus infraestructuras bélicas en las Islas Malvinas.

2-    Entregar el sector nuclear argentino a EEUU, mediante un proceso de privatización y desguace, precedido de ahogo financiero y freno de programas estratégicos como el CAREM, el reactor nuclear de baja potencia diseñado y construido en Argentina por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

 3-    Establecer preferencias a las corporaciones estadounidenses en las licitaciones públicas, una típica medida que recuerda la triste historia de los tratados desiguales entre las potencias occidentales y sus colonias y semi-colonias.

4-    Imponer una ley de patentes y propiedad intelectual a medida de las empresas estadounidenses (que golpearía fuertemente al sector de producción de medicamentos, entre otros)

5-    Privilegiar a las empresas estadounidenses en extracción de minerales críticos y recursos estratégicos en general

6-    “Sacar” a China de la Argentina. Es decir, bloquear inversiones (como ya se está haciendo de hecho), buscar cerrar la Estación de observación del espacio lejano en Neuquén o alejar comercialmente a China de Argentina para beneficiar a sectores estadounidenses (como vimos en el agro). También evitar todo tipo de cooperación política o científico-tecnológica, impidiendo que Argentina se parte del mundo multipolar emergente.

El accionar para-colonial del gobierno argentino también es clave para obstaculizar las iniciativas que buscan reconstruir el regionalismo autónomo, como puede ser reestablecer la UNASUR, que resultaría estratégicas para fortalecer los intereses nacionales y regionales en el actual mundo multipolar.

A 20 años del NO AL ALCA, el próximo 5 de noviembre, es imprescindible que los países de América latina nos unamos y fortalezcamos nuestra integración para resistir las imposiciones estadounidenses y defender nuestra autonomía.

Resulta claro el contraste con otros gobiernos de la región. Claudia Sheinbaum en México o ‘Lula’ da Silva en Brasil han dado claras muestras de que no sólo es posible resistir las presiones imperiales, sino que también puede haber capacidad de maniobra y negociación, sin renunciar a defender los intereses nacionales. Aún en contextos muy restrictivos como el del país azteca, donde el 80% de sus exportaciones se dirigen hacia Estados Unidos. Esos gobiernos y el mapa político regional muestran a una zona en disputa entre proyectos políticos estratégicos donde, a pesar de las enormes presiones existentes, hay condiciones para construir un camino propio.

América Latina se debate en la próxima década entre quedar subordinada como Patio Trasero de una potencia en declive, pagando los costos de ello y avanzando hacia un proceso de periferialización, o situarse como polo emergente en un escenario multipolar y en un sistema mundial en transformación, en donde cobran cada vez mayor protagonismo los pueblos del Sur Global.

En este marco de agudización de la disputa, es que Argentina debe actuar en defensa de la soberanía nacional. Resulta fundamental rechazar la ocupación y militarización del Atlántico Sur, sumando aliados de la región y del mundo. Debemos defender nuestras capacidades estratégicas en ciencia y tecnología, proteger nuestra industria e impulsar desde la acción estatal a los sectores productivos nacionales. También resulta central reconstruir nuestra autonomía para negociar con los distintos actores del sistema internacional en función de los intereses nacionales y en línea con un proyecto nacional de desarrollo e integración regional.

Las elecciones del próximo 26 de octubre son las más importantes desde las de 1983 cuando recuperamos para siempre nuestra democracia. ¡Argentinos, sabemos lo que hay que hacer!

Estamos frente a un gobierno ya fallido y sin credibilidad, con gravísimas situaciones de corrupción expuestas a la luz del día y serias vinculaciones con el narcotráfico. Tenemos un presidente desquiciado, frente a una sociedad que sufre las consecuencias de la crueldad gubernamental cotidianamente, que para salvarse está dispuesto a entregar el país. No lo podemos permitir; está en juego nuestro futuro en las próximas décadas.

Mundo Sur es un colectivo diverso, conformado por hombres y mujeres de múltiples corrientes del movimiento nacional y popular. Este grupo, que incluye dirigentes políticos, representantes sociales, sindicales y expertos en relaciones internacionales, busca establecer un espacio de discusión y generar iniciativas que fortalezcan la inserción soberana del país en el mundo y promuevan la integración regional.  Convencidos de que es necesario facilitar el diálogo entre diversos sectores, promoviendo la participación activa de partidos políticos populares, sindicatos, empresarios, instituciones académicas y organizaciones sociales, con el fin de construir un enfoque compartido en política exterior.

“Mundo SUR” integrado por:

Jorge Taiana – Rafael Bielsa – Carlos Tomada – Oscar Laborde – Carlos Custer Carlos Raimundi – Stella Caloni – Eduardo Sigal – Roberto Baradel

Edgardo Depetri – Ariel Basteiro – Telma Luzzani – Jorge Drkos – Julio Fuentes Gabriel Merino – Paula Giménez – Eduardo Pereyra – Néstor Restivo.

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