- La mirada también pasa por mejorar las condiciones laborales, dignificar la carrera docente e implementar el acompañamiento -incluso- antes del ingreso al primer año de la carrera.
Chile se enfrenta a una sostenida -y no menos desafiante- caída de la matrícula en formación pedagógica. Según cifras del Ministerio de Educación, entre 2018 y 2022 las inscripciones disminuyeron en un 43,3 %, mientras que el número de programas universitarios en áreas de educación se redujo a un 17% pasando de 802 a 666. Y, aunque entre el 2023 y 2024 hubo una leve recuperación, esta no compensa el déficit proyectado de más de 33.000 docentes idóneos para 2030.
Para la coordinadora del Programa Vocación Pedagógica de la Universidad de O’Higgins (UOH), Evelyn Alarcón, esta realidad exige consolidar políticas institucionales y estatales orientadas a revertir esta tendencia con el objeto de revitalizar la vocación docente, y la formación pedagógica, entendidas como la base esencial sobre la cual se construye la calidad educativa y el desarrollo del país.
“Sin una formación pedagógica sólida y actualizada, corremos el riesgo de rezagar nuestro sistema educativo, impactando negativamente en el desarrollo social y económico de Chile. Un docente bien preparado, adaptado a las nuevas tecnologías, no solo estará capacitado para transmitir conocimientos, sino que también fomentará el pensamiento crítico, la innovación y las habilidades socioemocionales, aspectos esenciales para formar ciudadanos capaces de enfrentar los desafíos del siglo XXI”.
Vocación para transformar
La docente explica que, de persistir esta baja en la formación pedagógica, resultaría severamente afectada la cobertura y calidad educativa del país, y muy particularmente la de los sectores vulnerables. Y es allí, donde la vocación pedagógica juega un factor clave en la movilización del compromiso docente frente a esta urgencia estructural, expresa la profesora.
“Sin docentes con vocación, peligra el motor del desarrollo nacional: la educación. Más allá de las técnicas y conocimientos teóricos, una profunda vocación asegura que el educador se entregue plenamente a su labor, entienda las necesidades individuales de cada estudiante y encuentre satisfacción en su crecimiento y desarrollo. Sin ella, la docencia corre el riesgo de convertirse en una simple ocupación, perdiendo su potencial transformador y su impacto real en las vidas de las personas”, asegura la experta.
Modelo a seguir
Por otro lado, Alarcón infiere en que las universidades chilenas deben actuar como agentes activos para la atracción temprana de jóvenes con interés pedagógicos. Esto, “con el objetivo de reforzar la relación con el sistema escolar desde la práctica real y el acompañamiento sostenido de estudiantes”, incluso antes de que ingresen a la formación universitaria propiamente dicha, donde ya la Universidad de O’Higgins viene haciendo un aporte significativo en este aspecto, indica la experta.
“Debemos incentivar el ingreso a carreras de pedagogía con campañas que visibilicen el rol transformador de la docencia, actualizar los planes de estudio y metodologías innovadoras, al tiempo de establecer alianzas estratégicas con escuelas que permitan a los estudiantes tener experiencias reales antes de ingresar al primer año de formación pedagógica, como bien se viene implementando a través del Programa Vocación Pedagógica UOH”.
Sostiene que esta experiencia del PVP responde a instancias de acompañamiento y prácticas educativas que han permitido identificar talentos tempranos, trabajar en la retención y motivación estudiantil, así como en la desmitificación de la carrera docente. Razón por la que espera, que el programa se consolide como un modelo nacional que impacte en la reducción del déficit presente en la formación pedagógica.
“Nuestro objetivo es convertirnos en un semillero de futuros docentes de excelencia para la Región de O’Higgins y proyectar un modelo que sea replicable en otras universidades del país, contribuyendo con soluciones reales y sostenidas al déficit docente, desde una formación comprometida con la calidad, la vocación y con el desarrollo educativo de Chile”, destaca.
Grandes desafíos, distintos entornos
No obstante, para Alarcón, revertir la escasez de estudiantes en pedagogía, no solo se soluciona con la implementación de programas vocacionales que incentiven el acceso, permanencia y egreso de profesionales en pedagogía, sino por la formación de futuros profesionales con la preparación suficiente que les permitan estrechar vínculos con estudiantes con distintas necesidades y de diversos contextos socioeconómicos.
“Es imperativo adaptarse a los cambios que están ocurriendo a nivel local y mundial. La educación no es estática, por ende, la formación docente tampoco debe serlo. Fortalecer las capacidades educativas, laborales, así como dignificar la carrera vinculándola a los entornos y necesidades, también forman parte de este gran desafío que tenemos en nuestras manos”, concluye la docente de Pedagogía en Educación Básica UOH.