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“Esta tierra nuestra” (1965). Un corto documental sobre la Reforma Agraria musicalizado por Víctor Jara

F. fundacionvictorjara.org

“Yo hago surcos a la tierra sin parar” (“El arado”, 1967).

El reciente hallazgo efectuado por la Cineteca Nacional de Chile de un cortometraje sobre la Reforma Agraria, musicalizado por Víctor Jara en 1965, constituye una importante recuperación audiovisual, y nos permite recordar algunos aspectos de su obra y de quienes compartían preocupaciones similares en el período.

El cortometraje, titulado “Esta tierra nuestra”, fue dirigido por Javier Rojas, y trata sobre el contexto en el que el presidente Eduardo Frei Montalva presentó al Congreso la nueva Ley de Reforma Agraria en noviembre de ese mismo año, promulgada en julio de 1967. A través de sus imágenes y sonidos, la película nos habla de las expectativas sobre el futuro, al mismo tiempo que nos permite subrayar un momento clave en la cronología de Víctor Jara, cuando este comenzaba a definir los aspectos de un trabajo con el cual se comprometería también durante los próximos años.

El período de la Reforma Agraria que va desde 1962 a 1967 –entre la primera ley durante el gobierno de Alessandri y la Ley 16.640 presentada por el gobierno de Eduardo Frei—, fue un tiempo en el que se acentuó la necesidad de desarrollar una economía agraria e industrial, liberando al campo de las antiguas relaciones sociales del latifundio.

Este proyecto provenía de las raíces de una sociedad urbana y moderna, caracterizada no obstante por profundas tensiones y contradicciones en los modos de mirar el campo y entender la urgencia de su transformación. Los dirigentes, académicos, artistas y representantes de distintas instituciones estatales se acercaron al mundo campesino, entre otras cosas, como sitio de una economía subdesarrollada, como objeto de nostalgia por las tradiciones arcaicas o, por el contrario, como espacio vivo desde el cual proyectar una identidad hacia el futuro.

Notablemente, este mismo tiempo en el que se profundiza la Reforma, y que aparece en las inquietudes del cortometraje de 1965, fue también en el que Víctor Jara desarrolló una extensa y fundante labor artística, estrechamente ligada a su forma de interpretar al campesino, y que se expresó en el teatro y en su música. Víctor, hijo de campesinos pobres y sin tierra, observó este tiempo con esperanzas, como tantos otros miembros de las clases populares, para quienes la Reforma desplegaba los aires de una sociedad más justa, fundada en el trabajo y la participación en el progreso de la nación.

Haciendo surcos a la tierra, las raíces del mundo campesino se elevan desde la experiencia de un artista comprometido con los olvidados.

“Víctor, hijo de campesinos pobres, era un hombre que amaba la vida y buscaba siempre el contenido de sus canciones entre la gente más olvidada de este país. En las poblaciones urbanas, en las minas, entre los pescadores, las mujeres trabajadoras, entre los campesinos sin tierra y los jóvenes sin trabajo”. (Joan Jara, Quinquén, 1994)

En el caso del teatro, Víctor trabajó junto con Alejandro Sieveking en reconocidas obras que acompañan la mirada cultural y política hacia las tradiciones campesinas. Las obras “Ánimas de día claro” en 1962, y “La Remolienda”, estrenada el mismo año 1965, representan y evocan el presente, a través de los conflictos sociales que se perciben en la sociedad y en el campo. Respecto de “La Remolienda”, señalaba Victor: “Es un juego entretenido, que en el fondo, constituye una explicación de la necesidad que el hombre siente de volver a su origen más puro: el campo, en este caso” (Última Hora, 1965). Ambas obras, en definitiva, enmarcan este período sobre la Reforma, y corresponden también a un tiempo en el que el teatro universitario buscó salir al encuentro de los sectores populares, creando un influyente proyecto cultural y democrático.

En esta primera mitad de la década del sesenta, Víctor había ya comenzado a colaborar con el conjunto Cuncumén, con quienes grabó en total cuatro discos, y participó en una extensa gira internacional que los llevó a diversos escenarios de la Unión Soviética y de Europa, presentando bailes y músicas campesinas de Chile recopiladas e interpretadas por el conjunto.

Además, se encuentra ya trabajando en sus primeras composiciones, y expandiendo sus intereses artísticos y creativos. En su primer disco solista, publicado en 1967 por el sello Demon, incluye canciones de importante connotación campesina como “El arado” o “El carretero”.

A esta expansión de sus intereses artísticos responde también el acercamiento de Víctor Jara al cine. Desde la segunda mitad de la década de 1950, el trabajo de cineastas asociados a la Universidad Católica y a la Universidad de Chile se aúna a los esfuerzos noticiosos de ChileFilms, generando un conjunto diverso de proyectos audiovisuales, muchos de ellos interesados por retratar la vida de los campesinos y del pueblo chileno. Además de la musicalización de esta película, Víctor Jara se acercó al cine posteriormente en otros momentos, ya sea mediante proyectos experimentales como fue el video de “Vamos por ancho camino” de Hugo Arévalo en 1972, o colaborando con música para programas de televisión.

A pesar de que aún desconocemos las condiciones específicas del trabajo de Víctor Jara en el cortometraje “Esta tierra nuestra” –alentando con ello nuevas exploraciones en el extenso archivo de su obra—, podemos ver y escuchar en este ejemplo el deseo de experimentar con todos los medios creativos, liberando las raíces del pueblo de las restricciones tradicionales, y haciendo del campo el objeto de nuevos proyectos de una sociedad democrática y justa, que reencuentra su identidad en la tierra y en los excluidos.

Para visionar el trabajo documental, acceda a este enlace.

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