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Geólogo UOH explica la actividad sísmica que experimenta el país y cómo afrontar sus repercusiones

Jorge Romero, advierte que de ocurrir un terremoto como el de 1730 en Valparaíso, las zonas más afectadas como consecuencia de tsunamis, serían las tomas costeras debido a la vulnerabilidad de sus construcciones.

La preocupación surge a raíz de los continuos temblores ocurridos en Coquimbo y Los Vilos, recientemente, que el experto explica como “secuencias sísmicas”, dadas por la frecuencia de eventos puntuales dentro de una escala de tiempo, de los que no se puede predecir si continuarán ocurriendo, razón por la cual pasan a ser una serie de advertencias que invitan a fortalecer las medidas preventivas, y las distintas actitudes que la sociedad necesita asumir frente a un eventual terremoto.

El investigador del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins (UOH), Jorge Romero, reconoce que, si bien en la zona norte del país se han registrado “enjambres sísmicos”, caracterizados por movimientos dentro de un área acotada sin consecuencia, que no estuvieron asociados a un sismo principal, también indica que se tienen registros de réplicas en el segmento Valparaíso-Los Vilos, que podrían estar vinculadas al terremoto de Illapel del 2015, “entendiendo que el fenómeno de las réplicas perduran por décadas y que son el producto de las ‘fracturas’ dadas por un evento de gran magnitud, como el de este terremoto originado en el límite de placas tectónicas”.

Terremoto a la vista

El experto advierte la importancia de prestar particular atención a esta actividad sísmica que se registra de forma recurrente en esta área geográfica, zona donde se viene acumulando “una enorme energía” desde hace más de 290 años luego del terremoto de 1730 que alcanzó una magnitud de 9.1, “razón suficiente” para tomar todas las precauciones necesarias para afrontar un acontecimiento de grandes proporciones.

“Este segmento que padece tensiones en los extremos, viene guardando mucha energía desde 1730, por lo que se espera un terremoto para esta zona entre Valparaíso y Los Vilos, del que podríamos estar cada vez más cerca”. Así lo menciona el geólogo insistiendo que la actividad en estos bordes, ya advierte esta acumulación de energía sísmica, que no se sabe con exactitud cuándo podría desencadenar un terremoto, pero que “debería ocurrir sí o sí” y que, además, -asegura-, abarcaría probablemente más de 300 kilómetros de longitud, con varios minutos de movimiento.

De modo que, “habría que recibirlo con serenidad y determinación” sea cual fuera su magnitud, siendo esto parte de las claves para enfrentar el problema, entendiendo también la naturaleza del país, según lo asume Romero, a manera de recomendar la actitud ante la inminente realidad.

“Tenemos que aprender a perderle un poco el miedo a los terremotos. Son cosas que van a ocurrir, sí o sí. No se pueden detener de ninguna manera. Y tampoco es tan necesario saber cuándo y cómo van a ocurrir, sino por el contrario, saber lo que se tiene que hacer al momento de su desarrollo, y en medio de las repercusiones. Es decir, estar preparados para poder mitigar las consecuencias frente a estos fenómenos que forman parte de la naturaleza, lo cual tenemos que asumir, entendiendo que Chile se ubica en el Cinturón de Fuego del Pacífico, por lo que siempre será un país susceptible a estas amenazas”.

Desafío educativo

El académico recomienda tomar consciencia acerca de la importancia de lo “que estamos enfrentando como sociedad”, por lo que el desafío consiste precisamente en generar protocolos de información, comunicación, comportamientos y actitudes de cooperación con los organismos del Estado encargados de atender las emergencias, como el Senapred, las Fuerzas Armadas, Protección Civil, Bomberos, etcétera. Y, por otro lado, agrega el geólogo, la imperiosa necesidad de incorporar en la malla curricular de todos los niveles de educación el aprendizaje acerca de las amenazas naturales de Chile, con el objeto de comprender la temática de los terremotos, de las erupciones volcánicas, inundaciones, y demás fenómenos. “Estos deberían ser tópicos centrales del aprendizaje que una sociedad necesita conocer para afrontar estas situaciones con naturalidad. Ese es el mayor desafío”.

Finalmente, agrega que “es importante conversar de estos temas en la casa, en familia. Ponernos en el caso de que ocurra un sismo mayor y acordar la forma en la que tendremos que responder en nuestro entorno más cercano”.

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