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Julio Muriente. Ensayo: Los diversos rostros del Terrorismo

Ensayo por Julio Muriente 

A juzgar por el comportamiento de sus distintos gobiernos, un fantasma de cien cabezas recorre Europa y Estados Unidos: el fantasma del terrorismo.

Con frecuencia cada vez mayor, Barcelona, París, Bruselas y Nueva York nos piden que lloremos por sus muertos, luego de ser objeto de algún acto de violencia terrorista. Quieren que compartamos su sufrimiento y nos contagiemos del espanto al que están sometidos continuamente. Que encendamos veladoras y acumulemos peluches y ramos de flores en alguna esquina de nuestras capitales, en homenaje a las víctimas anónimas de esos actos. Que marchemos por las calles de nuestras ciudades del sur en solidaridad con el desasosiego que se apodera de vez en vez en esas y otras ciudades del norte. Y que luego celebremos cuando– como fue el caso, según la nota de prensa– un tribunal parisién le imponga largas condenas de cárcel a los implicados en 12 asesinatos perpetrados en enero de 2015 contra miembros del semanario satírico Charlie Hebdo, que previamente se había dedicado a publicar imágenes ofensivas de Mahoma, y que desde la década de 1970, “se había burlado de dios y del diablo y no habían dejado ninguna religión indemne”, (1) con la impunidad que se supone brinde la libertad de expresión en ese país europeo. Es sin duda una experiencia terrible, estar expuesto a que alguien pueda ejecutar actos de violencia, discriminada o indiscriminadamente, para hacer daño y provocar sufrimiento a diversas personas.

“…Europa se ha inflado de manera desmesurada con el oro y las materias primas de los países coloniales; América Latina, China, África. De todos esos continentes, frente a los cuales la Europa de hoy eleva su torre opulenta, parten desde hace siglos hacia esa misma Europa los diamantes y el petróleo, la seda y el algodón, las maderas y los productos exóticos. Europa es, literalmente, la creación del Tercer Mundo. Las riquezas que la ahogan son las que han sido robadas a los pueblos subdesarrollados. También los Estados Unidos…” (2)

Los actos de terror cometidos en estos tiempos no surgen de la nada. El terrorismo que azota a Europa y Estados Unidos tiene alguna razón histórica, política, económica, cultural, humana. El extremismo no florece silvestre, como ningún sentimiento tampoco. Por eso no basta con la condena mediática, o con procesos judiciales contundentes, o escarmientos ejemplares. Primero que todo, es preciso comprender la naturaleza altamente compleja de este tipo de violencia en un contexto histórico mayor— me refiero a la que hemos presenciado y la que muchos han sufrido en las pasadas décadas– en un planeta que se ha distinguido por la violencia incesante desatada a diestra y siniestra por los países que presumen de ser los más cultos y civilizados y cercanos a Dios.

“Se encuentran acorralados entre nuestras armas que les apuntan y esos tremendos impulsos, esos deseos de matar que surgen del fondo de su corazón y que no siempre reconocen, porque no es en principio su violencia, es la nuestra, invertida, que crece y los desgarra.” 

Continúa en el original:

_ENSAYO Los diversos rostros del terrorismo
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