(Por Daniela Pizarro A. Periodista). En conferencia de prensa el chofer y asistente del poeta, Manuel Araya, junto al periodista que investigó el caso en profundidad, Francisco Marín, abordaron el último informe del panel de expertos y aseguraron que se confirma la tesis de que el Premio Nobel nunca tuvo cáncer y que fue envenenado. Cuentan cómo fueron las últimas horas de la internación en la Clínica Santa María y apuntaron que esperan que avance el camino por verdad y justicia para el poeta.
El escritor y periodista investigador de la muerte de Neruda, como corresponsal de Proceso de México y coautor del libro “El doble asesinato de Neruda” (2012), Francisco Marín, junto al chofer y asistente personal de Pablo Neruda, Manuel Araya, en conferencia de prensa realizada en el Colegio de Periodistas, abordaron el resultado de los análisis realizados por el Centro de ADN Antiguo de la Universidad de McMaster (Canadá) y el Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y que fueron entregados en la jornada del miércoles a la justicia en manos de la ministra en visita de la Corte de Apelaciones, Paola Plaza.
En la oportunidad indicaron que con estos estudios se confirmó la tesis que vienen levantando hace años respecto a que el poeta habría sido asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet a través de la inoculación de la bacteria “clostridium botulinum” mientras estaba internado en la Clínica Santa María, al mismo tiempo reafirma que el certificado de defunción entregado en 1973 en totalmente fraudulento ya que el Premio Nobel nunca habría padecido de cáncer y se encontraba sano al momento de su muerte.
“Todo el relato que se construyó en la dictadura y también con la ayuda de la Fundación Neruda daba cuenta de que Neruda volvió de París, donde fue embajador, para pasar sus últimos días en Isla Negra, ya que su enfermedad se habría agudizado por la pena del Golpe de Estado y la muerte de su amigo Salvador Allende, no obstante, la investigación que hemos realizado todos estos años demuestra lo contrario”, indicó Francisco Marín.
Y añadió que “Neruda estaba en buen estado de salud, tenía una infección urinaria mal tratada, pero no era de gravedad. Ninguno de los exámenes daba cuenta de que estaba con metástasis ni nada, según el informe médico dice que su muerte es por una caquexia cancerosa y eso es absolutamente falso”.
Asimismo, el periodista detalló que el primer (2013) panel de expertos internacionales que concluyó que el literato había muerto de cáncer tenía múltiples errores. “Había un conjunto de irregularidades que a la larga determinaron que tuviera que hacerse un segundo panel en 2017, en el cual se determinó que no había una caquexia cancerosa al momento de morir”, indicó
Y destacó que “en el tercer panel de expertos se comprobó que la bacteria era de una cepa altamente tóxica y que estaba en el cuerpo de Neruda previo a su muerte y no por una contaminación posterior. Ambos laboratorios llegaron a la misma conclusión, la bacteria estaba en su cuerpo antes de morir y no es normal que tuviera ese nivel de toxicidad sin padecer alguna enfermedad relacionada. Incluso se da a conocer el posible camino que pudo correr esa sustancia en el cuerpo de Neruda. Si se inyecta en el estómago se ramifica rápidamente a todo el sistema circulatorio”.
El Premio Nobel se hospitalizó en la Clínica Santa María por seguridad según contó su asistente Manuel Araya, ya que la casa en Isla Negra estaba rodeada por militares y civiles armados vigilando sus pasos, mientras que su casa en Santiago había sido allanada y destruida por agentes del Estado, es por ello que el poeta se asustó y siguió los consejos de su médico que atendía en la entonces clínica más importante del país.
En su estancia en el centro asistencial Neruda solo era atendido por Araya y por su esposa Matilde Urrutia. Ahí recibió la visita del embajador de México quien le confirmó que el Presidente, Luis Echeverria, había enviado un avión para rescatarlo, invitación que el vate en primer término rechazó, ya que se habría enterado de la muerte de Víctor Jara y quiso quedarse en el país para luchar con sus compañeros. Ya en una segunda insistencia aceptó, pero justo el día que debía viajar le inyectaron la sustancia letal.
Manuel Araya manifestó que “si Neruda hubiese estado tan enfermo no lo hubiesen traído a la clínica, lo hubieses dejado morir en su residencia, tranquilo, pero no fue así, él estaba sano, pesaba más de 90 kilos, incluso estaba escribiendo sus memorias “Confieso que he vivido” junto a su secretario Homero Arce”.
Según cuenta quien cuidada al galardonado día y noche tuvo que viajar a Isla Negra junto a Matilde Urrutia por pedido del mismo poeta para traer algunas cosas que se llevarían a México y fue en ese lapsus donde ingresó un doctor desconocido a la habitación y le inyectó al poeta la sustancia letal. “Manuel me pusieron una inyección mientras dormía, me estoy quemando por dentro, me dijo Don Pablo y le puse una toalla mojada en su estómago para bajar su sensación de ardor, ahí vi que tenía una manchita roja situada dos dedos abajo del corazón, típica marca de inyección”, relató Araya.
Y agregó que “entró después un médico rubio y me da una receta y me dice que la debo ir a comprar porque sino se muere Neruda y yo no entendía porque le dije que era la clínica quien debía tener todos los medicamentos, ya que para eso se pagaba mucho dinero. El médico insistió y me dijo que el medicamento lo vendía en las calles Santa María o en Vivaceta, yo fui y en el camino me interceptaron, me golpearon y terminé detenido en el Estadio Nacional. Don Pablo murió ese mismo día a las 10 de la noche”.
Manuel Araya manifestó que durante años que intentó por todos los medios que escucharan su verdad, pero nadie le puso atención hasta que en 2011 un pescador de San Antonio lo puso en contacto con el periodista Francisco Marín y se publicó la historia en la revista Proceso de México, dos semanas después el Partido Comunista de Chile interpuso una querella para investigar la muerte del Premio Nobel y diplomático chileno.
El asistente de Neruda, además, acusó a la Fundación Neruda de mentir respecto a las últimas horas del poeta, incluso, dijo haber recibido amenazas para que no insista con la tesis del asesinato, situación que fue corroborada por el reportero Francisco Marín, quien también ha sido hostigado. Al mismo tiempo se refirió a uno de los sobrinos de Neruda, Bernardo Reyes, quien desmiente esta tesis al igual que la Fundación. “Es por interés”, aseguró.
“Si Neruda hubiese concretado el viaje a México los intelectuales del mundo se ponen a ayudarlo y hubiesen derrocado la junta militar en seis meses, era un peligro para Pinochet, por eso se apuraron, porque vieron que el avión mexicano ya estaba en la loza de Cerrillos esperando”, subrayó Manuel Araya.
Francisco Marín concluyó que “costó mucho llegar a este momento, ahora todos se deben sumar a la causa de verdad y justicia por Pablo Neruda”.