(Por Carlos Cañete Valenzuela) Hay un estado de la naturaleza en el que esta se refleja, al momento de contemplar el mar o los ríos durante el atardecer, esto es el danubio. En la superficie se logra ver un mar sereno, pero, al interior de este las corrientes fluyen de tal forma que chocan entre sí. En la política ocurre un fenómeno similar, esta tiene su centro en la acción desde el movimiento, cambio y desarrollo de los fenómenos políticos que han cursado y cursaran en la política, en este caso la nacional.
Desde hace más menos cuatro años se puede observar ciertos acontecimientos políticos que expresan la crisis de las coaliciones gobernantes, pero, además, el estallido social, la pandemia y el cambio de gabinete. Esto pone a la política en un tránsito urgente de trasformaciones, que en lo concreto se expresa en un rol más protagónico del Estado en la calidad de vida de los ciudadanos. Pues bien, los acontecimientos políticos son los fenómenos que determinan cambios en una coyuntura determinada.
Es así como desde el 2015 acontece una crisis de la coalición oficialista Nueva Mayoría. Esta gobernó durante su último periodo con un quiebre interno, haciendo que se desdibujara la implementación de su propio programa.
Se agrega a lo anterior, un estado de alerta de la ciudadanía que se vio postergada, germinando con esto un descontento. Este, posiblemente, aumentó debido a que los avances logrados por la NM, fueron revertidos por la coalición de Chile Vamos. Ejemplo de esto fue la menguada reforma tributaria.
El acontecimiento del 18 de octubre es precisamente un reclamo a la forma de hacer política, lo que se manifiesta en promover una participación directa de la ciudadanía en las decisiones de sus propios intereses.
Otro acontecimiento político es la aparición del COVID-19 en nuestro país. Lo que sugerentemente, ha mostrado con mayor profundidad los grandes problemas sociales que nos aquejan como país. La tardía llegada del gobierno para paliar por un lado la crisis sanitaria y por el otro lado, la crisis social derivada de la pandemia ha demostrado que el problema central de la política no está dado por los programas de gobierno o sus acciones. Sino en la incapacidad de responder a los acontecimientos que se aparecen bajo este danubio.
Entonces ¿qué hacer si la política ha quedado corta? Bueno, más política. En ese sentido, el plebiscito que se realizará este 25 de octubre es clave. Pues podría decantar una oportunidad para cambiar la constitución del 80 y generar cambios estructurales. Pero para eso es necesario ganar el plebiscito por un alto margen de votos. De lo contrario, habrá un riesgo posible de no realizar cambios estructurales, debido al alto cuórum que requieren los cambios constitucionales. ¡El pueblo tiene la palabra!.
