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Hace 80 años: El Winnipeg, el más hermoso poema de Pablo Neruda

(Por: Iván Ljubetic Vargas historiador del Centro de Extensión e Investigació Luis Emilio Recabarren, CEILER). 

                          “Que la crítica borre toda mi poesía, si le

                        parece. Pero este poema, que hoy 

                        recuerdo no podrá borrarlo nadie.”

                        (Pablo Neruda, refiriéndose al Winnipeg, noche del   4 de agosto de 1939)        

El 4 de agosto de 1939, 2.078 refugiados republicanos (1200 hombres, 418 mujeres y 460 niños), se embarcaron en el puerto francés de Trompeloup- Pauillac, en un viejo carguero de bandera canadiense. Se llamaba Winnipeg. Tenía una capacidad de cinco mil toneladas. Debió ser acondicionado para que viajaran más de dos mil personas (otras fuentes hablan de 2.365 o de 2.500 pasajeros). Las bodegas de convirtieron en dormitorios y en la cubierta se improvisaron baños para hombres y mujeres. Los botes salvavidas y las hamacas se transformaron en camarotes.

Los pasajeros recibieron una colchoneta, una manta, dos sábanas, una almohada y una bolsa con productos para la higiene personal, junto a una tarjeta de colores para racionar los turnos de comida durante la travesía.

El gobierno Republicano en el exilio, a instancias de Neruda y a través del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), contrató el Winnipeg a la compañía France-Navigation, para el traslado de los refugiados.

Muchas dificultades debieron vencer Neruda, entonces Cónsul Especial para la Inmigración Española con sede en París, junto a Delia del Carril, su compañera. Con el apoyo de Pedro Aguirre Cerda, presidente de Chile y la enconada oposición de los sectores reaccionarios. La iglesia chilena no veía con buenos ojos la llegada de aquellos peligrosos revolucionarios.

Neruda con la ayuda del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), hicieron lo posible y lo imposible para poder reunificar a las familias y embarcarlas en el viejo barco, con destino a Chile. El milagro se logró para las mayorías de las familias sólo horas antes del embarque. Los refugiados llegaban al puerto en trenes provenientes de distintos campos de concentración y de pueblos de Francia.

El 3 de septiembre de 1939 los navegantes del Winnipeg llegaron a Valparaíso.  Fueron recibidos por una multitud con banderas rojas y cantando el Himno Nacional de Chile y La Internacional.

En el Winnipeg venían obreros, artesanos e intelectuales. Entre estos últimos estaban José Balmes y Roser Bru (pintores), Mauricio Amster (profesor y artista), Leopoldo Castedo (historiador), Isidro Corbinos (periodista deportivo), José Ferrater Mora (filósofo), Margarita Xirgu (actriz), Víctor Pey (ingeniero), José Gómez de la Serna, Francisco Galán, Agustín Cano, Arturo Lorenzo, Dolores Piera, José Ricardo Morales y Vicente Mengod.

Una de las familias que arribó en el Winnipeg fue la del republicano Manuel Lázaro Grassa, acompañado de su esposa, una hija y un hijo.

Manuel Lázaro Medón

Éste último era Manuel Lázaro Medón, hijo de don Manuel y doña Joaquina, nacido en España el 22 de noviembre de 1934. Llegó a Chile cuando tenía 5 años.

Tuve la suerte y el honor de ser amigo y compañero de Manuel Lázaro Medón. Lo conocí en Llo-Lleo, a mediados de los años cuarenta del siglo XX, cuando éramos muchachos.  Ambos fuimos fundadores del Club Atlético Estrella. Militamos en las Juventudes Comunistas de San Antonio, luego en las filas del Partido Comunista. Manuel Lázaro fue el último secretario del Gobernador de San Antonio antes del golpe de 1973. Después de éste, sufrió terribles torturas. Viajó a España. Me reencontré con él en Llo-Lleo en el verano del 2002. Estaba ya muy enfermo, secuela de los tormentos. Fue entonces cuando me regaló un ejemplar de un hermoso y desgarrador libro autobiográfico, desgraciadamente inédito, que escribió en 1988 estando en el exilio en la ciudad española de Granollers. Lo tituló “Cuatro Crónicas Cantadas”.

Fue en Llo- Lleo en el verano del año 2002 cuando nos vimos por última vez. Retornó a España, donde falleció el 6 julio de 2004.

La solidaria aventura encabezada por Neruda tuvo lugar durante el gobierno del Frente Popular presidido por Pedro Aguirre Cerda. Fue una enorme muestra de humanismo. Un ejemplo, que brilla hoy en medio de egoístas e inhumanas actitudes de muchos países, en que sus gobernantes, olvidando las veces en que fueron ayudados, cierran sus fronteras a multitudes que huyen de las guerras y el hambre.

Hoy como ayer, los chilenos democráticos recitamos con orgullo el mejor poema de Pablo Neruda.

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