Por: Sergio Reyes Tapia / Periodista / Editor general de prensa radio Nuevo Mundo.
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Los últimos montajes de la industria audio-visual que criminalizan a los movimientos sociales y especialmente al mundo estudiantil, caso Liceo 1, son solo una pequeña muestra de las invenciones que se observará en los próximos meses y años.
Las nuevas elaboraciones mediales se construirán con cientos de ítems y datos, vale decir, las partes mínimas del discurso que permite armar los rumores.
Estos mensajes, sin autores, serán entregados en forma instantánea e individual a través de los distintos dispositivos tecnológicos, lo que no permitirá cotejar la veracidad del mismo en tiempo real, simplemente creeremos lo que dicen.
A esto se suma que las tecnologías permiten aumentar en forma exponencial lo falso de una información, esto es por la falta de regulación, lo que posibilita que el receptor a su vez construya su propio papel imaginativo en base a aquella información falsa, minando su propia confianza y encapsulando, fuera de su voluntad, el espacio público. Así, la ciudadanía estará más sola que nunca para que el lobo la devore.
La derecha pretende así, y una vez más, sentar en el imaginario de la ciudadanía situaciones de realismo que posibilite la destrucción de las organizaciones sociales restándoles legitimidad, y lo que es aún más grave, las construcciones de los medios torcerán lo que podría ser, y modificarán los prontuarios de la derecha “cavernaria”, vistiéndose con ropaje de demócratas; caso Bolsonaro.
Así, tratarán de sentar algún precedente en la población que señale que el emprendimiento reflejado en el individualismo, es el reconocimiento también a su labor ciudadana.
La ciudadanía.
Como sabemos, los medios de comunicación, especialmente los audios-visuales, permiten al auditor construir e interpretar sus propios referentes ante la incertidumbre normal y diaria de la vida humana, y ante la entrega en forma deficitaria del mensaje político desde el mundo de la centro-izquierda. Pero al mismo tiempo, los medios de comunicación nos están remitiendo a lo que es posible políticamente, y esto dentro de la construcción de un nuevo orden nacional y mundial, a la medida de la derecha.
Efectivamente, la derecha pretende construir un nuevo orden regional y mundial que sustente sus bases ante una ciudadanía sin referentes y encapsulada, y que ésta se vea supuesta y debidamente representada. Para tal cometido, profundizarán sus redes para apoderarse totalmente de imaginarios y referentes como son las universidades, medios de comunicación y colegios.
Para aquello, los medios audio-visuales ya están destacando el “nosotros”, para concretar lazos de confianza social, es decir, espacios de diálogo. Por tanto, y al mismo tiempo, se están creando las claves interpretativas para aquella nueva realidad social que construyen desde la derecha. Y cómo, resaltando las relaciones de poder que están en la interpretación de los hechos, y llevándolas desde sus puntos de vista a la ciudadanía.
Así, el modelo del psicoanalista francés Jean Laplanche les resulta fundamental en sus relaciones de poder. Laplanche nos detalló sobre el implante y la invasión del inconsciente de otra persona. Según sus estudios, el inconsciente no sería una instancia autónoma del sujeto, sino algo que proviene del exterior.
Hoy justamente los medios de comunicación, en su gran mayoría de la derecha, nos nutren con ese inconsciente de las noticias violentas, por ejemplo, esto nos demuestra que los traumatizados no son sólo quienes padecen la violencia, sino también, los que la producen a través de esos medios de comunicación. Entonces ¡Cuidado!
Así llegamos a que el populismo de derecha no requiere de intelectuales o grandes personajes que nos digan de la cultura, sino más bien, de multiplicar la información hasta el infinito, mientras más se haga, más se perderán sus sentidos y más expuesta a la emocionalidad o inconsciente de quien la recibe, eliminando la toma de saber político del lector-auditor y dejando las posibilidades políticas al arbitrio de los “demás” y del WhatsApp.
Ya lo decía el viejo Foucault hace más de 40 años cuando anticipaba que los discursos circularían y serían recibidos sin que la función autor aparezca nunca, y estos mensajes serían tomados como “verdaderos” por el lector sumándose al encapsulamiento y la falta de referente.