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“Los flojos y la derrota de Piñera” una columna de Sergio Reyes Tapia

(Sergio Reyes Tapia es Periodista; Editor general de prensa en Nuevo Mundo).

Escúchela online: 

 

Cuando a alguien se le trata de flojo, se le imputa que es un aprovechador y un parásito que disfruta del esfuerzo colectivo y común para llenarse. Piñera trató así a personas que son representativas de ese esfuerzo: los parlamentarios.

Al desconocer ese esfuerzo colectivo que permite el parlamento, oficialismo y oposición, Piñera sólo trata de demostrar que el sudor del trabajo total lo lleva él, ya que descalifica las   relaciones de poder que constituyen el propio antagonismo.

Piñera entra en una tierra de conflicto de poderes, y no representa al otro en sus justos términos, al contrario, lo reduce a zánganos que se aprovechan del Estado, por eso la razonable molestia de la presidenta de la cámara de diputados Maya Fernández, al escribir  una carta a Piñera, y hacerle ver el error en que incurre una vez más al beneficiarse de su condición de máxima autoridad, lo anterior para instalar una idea de seducción que termina provocando la descalificación de la política y que otras autoridades han avalado.

El “pónganse a trabajar” de Piñera es un recurso comunicacional básico pero efectivo que muestra al otro, en este caso a los parlamentarios, como “Sujetos Desconocidos”, Piñera saca a los antagonistas del centro social y los coloca al margen de los debates del quehacer político, porque son larvas, por tanto, pueden ser aplastadas comunicacionalmente.

Así, el gobierno de Piñera nos muestra signos de xenofobia, muestra un racismo invertido hacia el parlamento, es decir, folkloriza sus propios dichos que le sirven de respuesta frente a una comunidad que está cansada de los delitos y de la impunidad de PENTA, de SQM, del retail, colocando en esa misma altura a los parlamentarios y llevando a un espacio inútil el ideal democrático.

Un secuestro de la realidad que la derecha pensó y que concluyó con la frase de Piñera en la región de La Araucanía, (alguna vez también a los mapuches se les trató de flojos y de borrachos) eso sí, rodeado de Fuerzas Especiales de Carabineros que sí irán supuestamente a hacer su trabajo en contra del “terrorismo”. ¿Cuál terrorismo, el de la flojera, de la borrachera, de la legislatura?

Y Piñera también implícitamente en su frase advierte a los suyos sobre los costos que se auto-infringen, y que apuntan a la destitución de seremis, de Intendentes, de jefes de servicios que en menos de cuatro meses de gobierno supera el centenar de colaboradores que han visto la noche de los cuchillos largos.

Sólo preguntar al Intendente de Magallanes, él asegura que no renunció, se le echó porque habían otros intereses, es decir, conflictos entre los partidos de gobierno que le pasaron la cuenta, al igual que en la Región de Atacama.

Los argumentos de Piñera sólo responden a sus necesidades políticas neoliberales, no importa a quién haga caer. Qué importa el menoscabo al otro, si total me sirve para vencer, dicen en la derecha y el mandatario lo sabe.

Robert McNamara en el documental sobre su vida dijo que de haber perdido la Segunda Guerra Mundial se le habría juzgado como criminal de guerra, -un terrorista o un patriota- Piñera podría en estos momentos rondar esos márgenes.

El político español Pablo Iglesias al respecto agrega que la “diferencia entre los presidentes que pasan a la  historia y los que mueren ahorcados, es sencillamente la diferencia entre la victoria y la derrota”.

Piñera con sus declaraciones está pisando la derrota, pero cuidado, también posibilita que la oposición pise el mismo terreno.

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