Primera encuesta de seguridad alimentaria en adultos mayores entrega preocupantes resultados
Cerca de un 16% de la población adulta mayor en Chile se encuentra en un estado de inseguridad alimentaria severa+moderada, y más de un 35% de las mujeres adultas mayores se encuentran en riesgo de desnutrición.
Estos y otros datos relevantes han sido registrados en la Primera Encuesta Nacional de Salud, Seguridad Alimentaria y Calidad de Vida en Personas Mayores que ha publicado recientemente el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos INTA de la Universidad de Chile.
Cifras que inquietan
El estudio es pionero en el país en cuanto a cobertura y aplicación de una amplia diversidad de instrumentos y escalas.
Una de ellas es la escala FIES -explica el director del proyecto, Moisés Sandoval-, instrumento que a partir de 8 items, permite consultar “si una persona mayor se ha sentido preocupada por no tener suficiente alimento; si ha comido menos de lo que pensaba, si no ha podido comer saludable, si se ha quedado sin alimentos, o si ha tenido que saltar una comida o pasar un día entero sin comer”.
Se estima que en Chile habitan más de 3,6 millones de personas mayores y cerca de 3 millones mayores de 65 años. El proyecto -en su sigla ESSALCAVI- consultó a 1.171 mayores de 65 años (62% mujeres), residentes en 88 comunas de Chile, abarcando todas las regiones del país en en sus territorios urbanos y rurales.
Los datos indican que un 15,9% de personas adultas mayores se encuentra en estado de Inseguridad Alimentaria (IA) Severa+Moderada, y un 4,2% en IA Severa. Al respecto, Moisés Sandoval señaló que esa es una cifra preocupante, en tanto el acceso a alimentos se ve limitado por la falta de recursos y la principal fuente de ingresos de esa población son sus pensiones.
Desnutrición: un tercio en riesgo
Otro de los resultados recogidos, apunta al riesgo de desnutrición que en el promedio nacional alcanza el 32,4%. En las cifras desagregadas, las mujeres presentan el porcentaje más alto con un 35,1% vs el 28,9% en el caso de los hombres.
“Esto ha sido una sorpresa genuina”, comenta el director del proyecto “porque uno está expuesto a escuchar, a ver o estudiar sobre la pandemia de la obesidad, pero en las personas mayores ese no es el escenario”.
Respecto al riesgo mayor que se presenta en el caso de las adultas mayores, indicó que esto tiene que ver con la feminización del envejecimiento.
“Por tanto, este resultado que un 35% de las adultas mayores presenten riesgo de desnutrición es bastante coherente con aquellos otros detectados en estudios anteriores”, precisó Sandoval.
Pensar las estrategias y políticas alimentarias
Otro dato hallado, apunta a la efectiva entrega de los alimentos fortificados del Programa de Alimentación Complementaria del Adulto Mayor (PACAM) -la bebida láctea y la crema Los Años Dorados-, donde más de un 50% de las personas beneficiadas no las retira:
El director de ESSALCAVI señala que más aún, dentro de la proporción que no las retira, cerca de un 15% no las consume.
“Esto es un llamado de atención; creo que hay que educar a la población y difundir las propiedades y fortalezas de este tipo de alimentos”, dijo, refiriéndose también a los múltiples factores que pueden estar cruzando el incentivo al consumo.
“Es interesante pensar en la seguridad alimentaria de manera más holística”, agregó el experto: “Nosotros detectamos casi un 16% de adultos mayores que viven en soledad y sobre un 30% con depresión. Entonces una cosa va a la otra, nada es parcial. Las personas que viven solas tienen mayores probabilidades o chances de sentirse deprimidas, aisladas y esto va repercutiendo en la inseguridad alimentaria”.
“Lo ideal es avanzar en programas que mejoren el acceso a alimentos saludables, y en función de estos antecedentes, que se puedan levantar iniciativas que permitan minimizar la brecha alimentaria a nivel nacional y por territorio”, señaló el especialista.