Editorial Entre Líneas: No son las reformas, son las futuras elecciones
Por Jean Flores Quintana, Cientista Político
Hace algunos días se cumplió otro año del asesinato del activista por los derechos civiles de afrodescendientes Malcolm X, quien en una declaración de principios manifestó: “Con una habil manipulación de la prensa, pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la víctima”. La derecha chilena tiene el control -casi absoluto- de los medios de comunicación e impone desde ese lugar sus relatos, montajes y mentiras en función de la defensa de sus intereses.
La semana en curso, el relato de la clase patronal es que la reforma tributaria planteada por el Gobierno es mala, atenta contra la ciudadanía, es obtusa y sobre-ideologizada al igual que la rechazada en marzo pasado. A esto agregan que cualquier intento de diálogo implica -como base- no tocar los bolsillos de los ricos y permitir la explotación ambiental. No lo dicen con esas palabras, lo que dicen es:
-No estamos disponibles para un aumento de impuestos a la renta, que afecte principalmente a la clase media. Apoyaremos todo lo que tiene que ver con los temas de permisiología y lo que impulse el crecimiento económico. Eric Aedo, jefe de bancada DC.
-“Si hay reforma tributaria, será para bajar impuestos y no para subirlos. Los votos de la UDI van a estar siempre disponibles, siempre y cuando no se atente contra el sentido común y las malas reformas de este gobierno”. María José Hoffmann, secretaria general de la UDI.
Las puestas en escena de lamento, aprendizaje y toma de conciencia de la patronal y sus representantes en el Congreso las tres semanas posteriores al estallido social quedaron en eso: una puesta en escena, a estas alturas, tragicómica y bochornosa. Los jefes del empresariado, que bajaron de su Olimpo para desfilar por matinales socializando autocríticas, culpas y responsabilidades derivadas de su codicia a costa del esfuerzo de los trabajadores y la destrucción ambiental, hoy se desentienden de todo lo dicho y avanzan a pie firme en la restauración del sistema tal cual estaba antes de la revuelta popular.
En este ciclo de grandes cambios que vive el mundo, con conflictos bélicos, crisis humanitarias y destrucción ambiental, en junio pasado 140 economistas firmaron una carta abierta donde emplazan a líderes mundiales en tomar medidas concretas que resuelvan los problemas que padece gran parte de la población mundial. Los expertos señalan que aumentar impuestos a los súper ricos podría solucionar problemas globales. En esta línea, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva logró la mayor recaudación tributaria de su historia en base a impuestos a los superricos, con un aumento del 6,67% ciento interanual.
Sin embargo, en nuestro país el peso de la noche y la larga sombra portaliana han corroído las instituciones desde su origen. La oligarquía chilena tiene experiencia en saquear institucionalmente los recursos públicos.
Las declaraciones contra las reformas de la clase patronal no son frases aisladas, responden a una estrategia sistemática de ataque. Su apuesta de corto y mediano plazo es cortar todo suministro al Ejecutivo con el objetivo de derrotarlo en las elecciones 2024-2025, pero pensando principalmente en el destierro de la arena política a las fuerzas expresadas en lo que se conoció como Apruebo Dignidad.
La aprobación de medidas que tengan la más mínima orientación progresista es una derrota para los sectores conservadores. Puntos extras del PIB permitirían beneficiar a millones de chilenos y chilenas por la vía de los derechos, no por la vía de la caridad o subvención como acomoda tanto a la derecha. Por lo tanto, seguirán utilizando todas sus armas -políticas y comunicacionales- para torpedearlas todo lo que puedan, sabiendo claramente que esto significa afectar la calidad de vida de las personas. A la clase patronal -a lo largo de toda la historia de Chile- jamás le ha interesado el bienestar de la gente. Cada uno de los derechos alcanzados hasta hoy son conquistas populares.