Desafíos de la resistencia a los antimicrobianos: perspectivas médicas y veterinarias sobre un problema global
Dos expertas explican los riesgos que implica el uso sin control de antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios.
Automedicarse se ha vuelto una práctica habitual, una que conlleva riesgos para personas, animales, plantas y el medioambiente en general. De allí que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo un llamado a usar con responsabilidad los antimicrobianos y prevenir juntos “la resistencia” que su uso indiscriminado pueda causar.
La Dra. Carolina Silva, médico de la Unidad de Salud de la Universidad de O’Higgins (UOH), señala que -a nivel mundial- entre un 30% a un 40% de los antibióticos que se usan en seres humanos son “inapropiados”, estimándose que al año 2050 la resistencia a los antimicrobianos será la principal causa de muerte. “A ello, debemos sumar que tuvimos la pandemia por Covid-19, período en que el uso de antibióticos aumentó, y así también, las bacterias resistentes a los antibióticos”, agrega.
Por su parte, la Dra. Andrea Müller, médico veterinaria y directora de la Escuela de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales (ECA3) de la UOH, señala que “cuando nosotros usamos fármacos, tanto en animales como en humanos, y sobre todo antimicrobianos, que involucran a los antifúngicos, antibióticos, antiparasitarios y antivirales, se puede desarrollar una resistencia a estos fármacos”.
La académica explica que tenemos una cantidad de fármacos antimicrobianos que es limitado. “De haber bacterias resistentes, éstas van a seguir creciendo en presencia del antimicrobiano. Por ejemplo, dentro de los antibióticos tenemos familias de 1ª, 2ª, 3ª y 4ª generación. Los de 4ª generación –generalmente- son los más nuevos y, normalmente, están restringidos para patologías en que el uso de otro antimicrobiano no ha funcionado bien, por ejemplo, para el control de bacterias multirresistentes”.
Automedicación
Para la Dra. Silva, la automedicación tiene injerencia. “Se trata de un tema contingente y trascendental. Los resultados de la Encuesta Nacional de Salud -realizada en los años 2016 y 2017- muestran una prevalencia de la automedicación de un 25,9%. Asimismo, un 13,2% compra los medicamentos en establecimientos no autorizados por la autoridad sanitaria. Es decir, el tema es crítico, dado a que la población chilena tiene fácil acceso a medicamentos, y no solo de venta libre, que son aquellos que se pueden vender en una farmacia sin receta médica”.
Agrega que esto pone en riesgo nuestra salud, “dado que por un lado no se garantiza un correcto almacenamiento de los medicamentos, no tenemos certeza de que no hayan sido adulterados y -por otro- tenemos los riesgos propios de los medicamentos, que conocemos como los efectos adversos”.
Explica que cada vez que se indica un medicamento es porque el beneficio que se busca sobrepasa los riesgos que se enfrentan, “y esta es una decisión del médico, caso a caso. Si lo hacemos por nuestra cuenta, sin el apoyo profesional, difícilmente vamos a considerar todos los aspectos necesarios: dosis correcta, frecuencia, por período correcto. El riesgo no es sólo que el medicamento no haga efecto, también están las reacciones indeseadas, incrementar una patología previa, ocultar otra enfermedad, e incluso, en casos más severos, la muerte”.
Andrea Müller puntualiza que el uso prudente de antimicrobianos en animales también es fundamental, ya que -tanto en humanos como en animales- las bacterias se pueden convertir en resistentes. “Eso significa que cuando administremos un antimicrobiano, éste no va a tener efecto. La bacteria será capaz de seguir creciendo, de multiplicarse y causar infección. Y si son resistentes optaremos por antibióticos más eficientes, pero cada vez tenemos un menor abanico”.
Asimismo, en humanos, existen grupos de riesgo que son más susceptibles a complicaciones o a efectos adversos. “Los niños, cuyas dosis generalmente se deben ajustar y muchos medicamentos usados en adultos no están recomendados para ellos; los adultos mayores, que en gran número presenta polifarmacia, dado que tienen múltiples enfermedades. Cada medicamento que adicionamos suma también sus efectos adversos y sus riesgos”. También ingresan en este ámbito las embarazadas y los pacientes crónicos.
Medioambiente
La Dra. Müller puntualiza –además- que el uso indiscriminado de antimicrobianos también afecta al medioambiente. “Cuando no hacemos un uso racional o las concentraciones que administramos, en humanos o animales, no es la indicada, es mayor, esto genera residuos. Dichos residuos son metabolitos o una concentración del fármaco que después de metabolizada por el cuerpo, se elimina, ya sea por la orina o por las fecas y llega a diferentes lugares”.
La académica señala que estos residuos pueden llegar al agua, al suelo o al aire. “Y sí están en el suelo, el agua o el aire pueden ser ingeridos por otros animales o por otras personas. Es importante que cuando haya detección de estos residuos de antimicrobianos, se haga un manejo para que no afecte a otros seres vivos. Debemos proteger nuestro hábitat para seguir viviendo en sintonía entre todos los que lo componen”, finaliza.