“Sobre la serotonina y otros venenos” de Paola Pérez Zamora, Editorial Camino (2022)
Todas y todos estamos dolidos de alguna u otra forma: desde nuestras expectativas de la vida que alguna vez deseamos (o nos prometieron) hasta esas cicatrices que van quedando marcadas en nuestras pieles a medida que avanza el tiempo, mientras el dolor de esa herida se olvida, pero su marca no. Es ahí donde quiere llevarnos Paola Peréz Zamora (1990).
Sobre la serotonina y otros venenos (2022, Editorial Camino) no es un poemario sobre el amor, tampoco sobre la alegría de la vida, sino que es un cuestionamiento a esa existencia a la cual nos vemos inmersas e inmersos, sin darnos cuenta la gran mayoría del tiempo:
“¿Cuál es el precio/ para vivir mi vida/ y no la que me imponen?”
Saber identificar esos dolores y traspasarlos al papel es una ardua tarea, una lucha constante con el vaticinio de que alguien más pueda leer nuestras palabras e intentar, quizás, comprender nuestras penurias y en otro, quizás, identificarse. Porque todo lo contado en este poemario, puede ser una vivencia común para una generación que se siente engañada ante la promesa de la vida, pero que no sabe dónde expresarlo:
“Estoy condenada al ruido:/ nací sin anestesia/ sin el derecho al silencio.”
“Sin embargo/ lo que más me interesa/ es que me mires de frente/ y me digas/ “buenos días” / y que de verdad sean buenos.”
Querer sentir de verdad la bienvenida de una casualidad autoimpuesta por nuestras decisiones personales y únicas, y no por una colectividad que no ve en la poesía la forma de anclarse a la realidad y no evadirse. Esta poeta transita por el dolor causado de saberse ajena al mundo a través de sus versos.
“De cualquier forma/ la clave es no arrepentirse/ y si, de todas maneras, sucediera/ es mejor pensar en lo que pasó/ que en lo que quedó sólo en ideas.”
Pero, aun así, arrojarse al sin sentido de existir y avanzar contra viento y marea a la posibilidad de encumbrar al viento las palabras que no todas y todos quieren decir. De “saborear” el dolor que nos aqueja para saber de dónde viene y hacia dónde nos transporta, en un sano ejercicio espiritual que cada una y uno de ustedes, lectoras y lectores, debiesen al menos intentar una vez en la vida adulta, sin el miedo a una adolescencia que no queremos dejar atrás a pesar de las arrugas en nuestras frentes.
“Decir que a esto le puse corazón/ sería mentir/ porque también ocupé/ todas las entrañas/ de las que usualmente/ me valgo para vivir.”
Porque abandonarse a la existencia sin más sentido que el valor del deber cumplido no puede ser el leit motiv por el cual cada mañana nos enfrentamos a un mundo cada vez más violento con la belleza de la poesía. Paola Pérez intenta responderse esas preguntas y compartir esa reflexión, regalando su poesía a quienes quieren intentar leer y comprender sus propios dolores.
Los versos acá expresados tienen absoluta concordancia con el dolor (¿y molestia?) que ustedes pueden estar sintiendo por alguna situación en particular. Aunque son diferentes y distantes, la poesía puede unir la emoción para que no te sientas sola y/o solo en estos momentos. Esa es la magia que hay detrás de este poemario también, que puede ayudar a una producción de serotonina que insufla un poco más de energía en nuestras vidas. Y las buenas intenciones siempre deben ser bien recibidas.