Estudio descarta efectividad del plan reactivo del gobierno para enfrentar segunda ola y apunta a plan preventivo

Desde el inicio de la pandemia en Chile, cuando se detectó el primer caso en marzo del año en curso, la Federación Nacional de Asociaciones de Enfermeras y Enfermeros de Chile (FENASENF) ha insistido en que el control de la pandemia debe ser a través de la prevención de los contagios y no mediante el modelo reactivo que ha aplicado la autoridad, tal como quedó registrado en la carta que se envió al entonces Ministro de Salud, Jaime Mañalich Muxi, el 16 de marzo de 2020 y luego se insistió en fechas otras posteriores.

La tasa de letalidad en Chile es muy alta, alcanzando un 2,9, lo cual indica la gran vulnerabilidad de la población ante una eventual segunda ola de COVID, situación que la mayoría de los países europeos está sufriendo, y que ha mostrado ser de mayor envergadura en cuanto a número de casos respecto de la primera. Si bien la mayoría de ellos se encuentra nuevamente en la fase descendente, en nuestro país vemos un aumento importante de la mortalidad, dado que el COVID ha demostrado que la mayoría de los fallecimientos ocurre después de cinco semanas de iniciada la enfermedad.

En la siguiente tabla comparativa, se puede apreciar que los países europeos entraron a la segunda ola con una tasa de letalidad más baja que la posee hoy Chile, que recién empieza a sufrir el rebrote[1]:

País Francia España Italia Alemania Chile
Mes Letalidad Letalidad Letalidad Letalidad Letalidad
Agosto 0,4% 0,4% 1,6% 0,5% 3,3%
Septiembre 0,5% 0,9% 0,9% 0,4% 2,8%
Octubre 0,6% 1,0% 0,7% 0,4% 3,1%
Noviembre 1,9% 2,0% 1,8% 1,2% 2,9%
Diciembre  15 días 3,8% 2,9% 3,8% 2,1% 2,3%
Segunda Ola

Luego de nueve meses de pandemia en Chile, observamos con inquietud que la prevención no está dentro de las prioridades del Gobierno para hacer frente al COVID, tal como se evidenció tras el  anuncio -sin demostración de la fuente de los análisis- que proyecta que el país tendría un rebrote de la enfermedad para enero del año 2021. El Plan Segunda Ola, nuevamente pone énfasis en el reforzamiento del nivel terciario de atención, particularmente en las Unidades de Cuidados Intensivos, para recibir a las personas enfermas, como lo ha hecho desde el primer momento; en lugar de enfocarse en la prevención, seguimiento y control de la enfermedad. Si a ello sumamos el hecho de que se insiste en no considerar el agotamiento físico y mental del personal de salud, el cuadro es altamente preocupante.

Medidas urgentes

Desde la mirada preventiva se requiere, con urgencia, aplanar la curva para evitar el contagio masivo que haría colapsar el sistema de salud, reconociendo que el sistema ha demostrado la capacidad de adaptación. Para ello, el foco debe estar en un plan de testeo masivo, trazabilidad efectiva y un aislamiento controlado para identificar y delimitar a las personas y grupos contagiados y sus posibles contactos estrechos.

Lograr el control de la trazabilidad con el principal objetivo de eliminar el virus y realizar el cierre perimetral de las ciudades, son las mejores medidas para controlar la expansión de la enfermedad, lo que permitirá retomar progresiva y prontamente las actividades normales.

El país completo debe ser aislado mediante el cierre de fronteras y evitar que ingresen personas contagiadas. Asimismo, el movimiento en las fronteras debe ser restringido al máximo y la ejecución de cuarentenas efectivas de las personas que ingresan al país debe ser estricta y obligatoria, independiente de que las personas tengan PCRs negativos. Dichas cuarentenas deben ser en sus casas o residencias de acogida temporal, con seguimiento real del cumplimiento del aislamiento y la aparición de síntomas (vía llamado telefónico o visitas, por ejemplo). Además, se debe realizar control con PCR a todas las personas que ingresan al país, ya que los test aleatorios no han demostrado ser de utilidad.

La autoridad debe considerar los indicadores propuestos por la OMS para determinar el nivel de control de la pandemia y decidir con ello los cambios en las medidas restrictivas, orientaciones que hasta ahora no ha recogido. De acuerdo a esas pautas, se debe monitorear el Re de las comunas y lograr que éste se mantenga bajo 1, progresivamente, hasta llegar a 0,5. Ello indicará que en esa comuna se ha logrado el control de la enfermedad y se podrán relajar progresivamente las restricciones.

De igual forma se debe proceder con cada región y, finalmente, con el país. Es precisamente la descentralización del manejo de la pandemia, un asunto fundamental. Si bien los lineamientos y coordinación general deben originarse desde el Ministerio de Salud, se debe dejar autonomía a las autoridades sanitarias regionales y locales, para definir las medidas preventivas a ejecutar, de acuerdo con sus propias realidades. Hasta ahora, la fiscalización y control del cumplimiento de las medidas sanitarias indicadas por la autoridad son a nivel central, evidenciando en varias localidades de regiones, absoluta desconexión con ellas.

Por otro lado, se ha demostrado que, en los países con mayor éxito en el control de la mortalidad y los efectos de la pandemia, una comunicación efectiva de parte de la autoridad oficial de salud hacia los ciudadanos, contribuye a la adhesión de la población a las medidas y estrategias establecidas para la prevención de los contagios[2]. Algo que, en Chile hasta ahora, ha sido diametralmente opuesto, a través de mensajes equívocos y confusos.

Está demostrado que el enfoque preventivo no sólo disminuye el número de contagios y el número de pacientes en las unidades críticas de los recintos de salud, sino que también reduce el número de personas fallecidas, tal como lo muestra la siguiente tabla realizada por el Subdepartamento de Investigación de FENASENF[3]. En ésta se comparan los países que establecieron un manejo preventivo de la pandemia v/s aquellos que utilizaron una estrategia reactiva:

En este escenario, nuestra mirada debe orientarse al manejo de la pandemia que han realizado países como Taiwán, China, Tailandia, Nueva Zelanda y Australia. Además, de su adecuado manejo de la pandemia, se rescata el impacto sobre la economía, toda vez que, en general, los países asiáticos son los únicos que tendrán un PIB positivo, con todos los beneficios que aquello implica, según los datos entregados por el Banco Mundial[4].

Reiteramos que el objetivo debe ser disminuir el número de contagios y, en lo posible, eliminar el virus, tal como lo han realizado los países asiáticos y de Oceanía, quienes han demostrado un exitoso control de la pandemia, siguiendo los criterios de la OMS.

Desde el punto de vista del cuidado personal, la distancia física, así como el uso de mascarilla y el aseo frecuente de las manos siguen siendo reglas fundamentales e insustituibles del combate contra el contagio, hábitos que nos deberán acompañar hasta después de vacunada la población.

[1] Fuente: https://ourworldindata.org/coronavirus#all-charts-preview (Universidad de Oxford)

[2] https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2774024

[3] Subdepartamento de Investigación, Departamento de Capacitación,  FENASENF

[4] https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2020/09/30/world-economic-outlook-october-2020#Capitulo1